El ex primer ministro de Japón, Shinzo Abe, murió tras ser disparado por la espalda en la mitad de un discurso. Había sido primer ministro entre 2012 y 2020.
La sociedad de Japón se encuentra conmocionada a causa del asesinato del ex primer ministro. Abe estaba dando un discurso en la ciudad de Nara en plena campaña electoral. En ese marco, fue atacado por la espalda por un hombre de mediana edad que está detenido.
Ahora se supo que el atacante asesinó al reconocido político con un arma casera fabricada a partir de dos cilindros metálicos amarrados entre sí con una cinta negra. El arma casera no es un dato menor. En Japón, a diferencia de Estados Unidos, es muy difícil acceder a un arma.
Shinzo Abe fue asesinado por un ex militar con un arma casera.
De hecho, cualquier persona que quiera tenerla debe pasar por un estricto proceso de examen y de investigación de la vida personal. Primero, es un requisito excluyente asistir a clases, aprobar un examen y alcanzar un 95 por ciento de aciertos en una prueba de tiro en un polígono. También es necesario tener entrevistas con psicólogos para analizar la salud mental y someterse a exámenes en hospitales para descartar el consumo de alcohol y drogas.
Además, las autoridades realizan una exhaustiva investigación del solicitante. Revisan el historial criminal y también averiguan hasta el más mínimo detalle: posibles vínculos con grupos extremistas, movimientos bancarios y relaciones personales y laborales. También investigan a familiares y hasta compañeros de trabajo.
Una vez que consigue el permiso, la persona debe dirigirse a una tienda de armamento. Una vez allí, solo puede comprarse escopetas o rifles de aire comprimido, porque las pistolas están prohibidas.
Gracias a estas estrictas restricciones, Japón registró en 2014 tan solo seis muertos en los tiroteos que comúnmente suceden en Estados Unidos. Ese mismo año, Norteamérica, que no tiene ningún tipo de restricción para comprar armas, registró 33.599 muertes por disparos.
Esto se debe a que Japón asentó una ley en 1958 que establece que “ninguna persona poseerá un arma de fuego o varias o una espada o varias”. Es decir, una política de tolerancia cero.
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