Finalizó la cosecha nacional de lúpulo que, con honestidad, no traerá los dólares que necesita el país, pero si hará posible que todos los argentinos podamos tomar una cerveza.
En abril finalizó el trabajo de trilla de este ingrediente clave para elaborar cerveza, una flor muy sensible al "fotoperíodo", que es un conjunto de procesos biológicos de las plantas que le permiten aprovechar la luz del sol, entre otras cosas.
Este fotoperíodo determina que solo se puede reproducir en regiones específicas, como lo es el territorio entre la latitud 35° y 55°, al norte y al sur del Ecuador.
Por esa razón climática y geográfica, la zona patagónica argentina del Bolsón, más precisamente en Fernández Oro (Río Negro), es una de las más idóneas para producir lúpulo, algo que Cervecería y Maltería Quilmes hace en sus chacra de casi 60 hectáreas de producción, que este año cumple 50 años.

El lúpulo en la cerveza
Hablando mal y pronto, el lúpulo es la "pimienta" de la cerveza, ese condimento que le da un aroma y sabor específico, además de las obvias combinaciones que pueden existir entre la malta de cebada, el agua y la levadura, que son los otros tres ingredientes básicos.
Argentina es el principal productor de lúpulo de Latinoamérica, siendo uno de los primeros proveedores de esta flor a Brasil. Así que si alguna vez tomaron una cerveza en Brasil, lo más probable es que tenga algo de nuestro gustito.
Aunque el lúpulo se usa en todas las variedades de cerveza, al tomar una cerveza IPA, se reconocen fácilmente los aromas herbales, cítricos, florales y frutales del lúpulo; así como ese amargor característico.
También cabe destacar además que en la chacra productiva de Cervecería y Maltería Quilmes también se realizan investigaciones para generar nuevas variedades de lúpulo, como la Upsala y la Nahuel, con un período de desarrollo de aproximadamente 10 años.