Javier Milei no es el único presidente del mundo al que lo está complicando la figura de un perro muerto. Porque, por más excéntrico que parezca, del otro lado de la cordillera, la opinión pública también está concentrando por estos días sus cuestionamientos en la relación del mandatario, Gabriel Boric, con un animal que ya falleció.
Se trata del "Negro Matapacos", un célebre perro callejero del centro de Santiago que murió en 2017 y que dos años más tarde se transformó en el símbolo de las protestas contra el gobierno de Sebastián Piñera, por la valentía y el arrojo con que enfrentaba a los carros hidrantes de la policía. Durante los días más duros de la represión, su figura se convirtió en un ícono de la resistencia popular, reproducido en esculturas, canciones, murales y obras de arte.
La coyuntura política, sin embargo, ha hecho que la figura del "Matapacos" vuelva al centro de la polémica esta semana, tras el horroroso crimen de tres carabineros ("pacos" les dicen de manera peyorativa en Chile) en el sur, por el que las autoridades aún no encuentran culpables. La oposición responsabilizó rápidamente al presidente Gabriel Boric y lo acusó de no brindar suficiente apoyo a la institución policial.
En este contexto, ayer Boric fue consultado por su adhesión a las protestas de 2019 y el cuestionamiento a las violaciones a los derechos humanos que en ese contexto llevó a cabo la policía. "Respecto a los adjetivos, por ejemplo, yo jamás festiné ni me hizo ningún sentido esta imagen burda del ‘Perro Matapacos’, como le llamaban”, precisó el mandatario.
Respecto a los adjetivos, por ejemplo, yo jamás festiné ni me hizo ningún sentido esta imagen burda del ‘Perro Matapacos’, como le llamaban
Y añadió: “Ustedes jamás van a encontrar una declaración mía festinando o haciendo gala de aquello. Me parece que es ofensiva, me parece que es denigrante y no es la manera que yo entiendo como se tiene que hacer la política”.
Aunque parezcan sensatas, sus palabras no dejaron satisfecho a nadie. Por un lado, sus más férreos opositores por derecha no las consideran genuinas y, por el otro, una importante parte de su base social considera que sus declaraciones echan por tierra las banderas que lo llevaron al poder. Todo esto en medio de la tensa investigación de un crimen que está remeciendo al gobierno chileno.