En una tranquila cuadra del barrio de Haedo, la pizzería Bardo emerge como un faro de originalidad en el oeste del Gran Buenos Aires. Con su estilo desenfadado y su oferta gastronómica de calidad, este local se ha convertido en un referente de la sociología conurbana.
La clave del éxito de Bardo radica en su propuesta fresca y comunitaria. Desde su apertura hace seis meses, los socios -Tomás, Esteban y "Uchi"- han recibido a sus clientes con los brazos abiertos, creando un ambiente acogedor y amistoso que va más allá de la simple experiencia culinaria.
Como parte de su compromiso con la comunidad local, Bardo lanzó BardeArte, un ciclo que combina pizza y arte en una experiencia única. En su primera edición, el reconocido ilustrador y VJ Cupa intervendrá las cajas de pizza, creando piezas de arte instantáneo que los clientes podrán llevarse a casa.
¿Qué es lo que convierte a Bardo en una pizzería distinta?
La estética callejera de Bardo encuentra su complemento perfecto en la obra de Cupa, cuyo estilo también refleja la vida urbana. "Bardo es pizza de calle", afirma Tomás, uno de sus dueños, subrayando el espíritu desenfadado y auténtico del local.

Con un ambiente que invita a relajarse y disfrutar, Bardo ofrece un refugio para aquellos que buscan buena música, buena compañía y, por supuesto, buena pizza. El evento de BardeArte promete ser una oportunidad única para conectar con la comunidad y celebrar el talento local.
Cómo es y dónde queda el bodegón porteño que tiene 150 años y sirven milanesas XXXL
Comer barato y rico ya no es una utopía. Hay un bodegón de 150 años de antigüedad en el Centro porteño que es el paraíso para los fanáticos de las milanesas.
En el corazón del barrio de Barracas se encuentra "El Puentecito", el bodegón más antiguo de la Ciudad de Buenos Aires, con una historia que se remonta a 1873. Este icónico establecimiento resistió el paso del tiempo, ofreciendo a sus comensales una experiencia culinaria única y auténtica.

Sumergite en la rica historia de la gastronomía porteña en "El Puentecito", donde cada plato es un tributo a la abundancia y el sabor característicos de la cocina ítalo-española. Desde sus inicios como pulpería y taberna, este bodegón fue testigo de la evolución de Buenos Aires. Por esto, mantuvo viva su esencia a lo largo de los años.