En CABA, en la Provincia de Buenos Aires, en el Centro y Norte del país, hay alerta roja por el frío. Hace varios días transitamos temperaturas bajo cero. En palabras del Servicio Meteorológico Nacional: son circunstancias muy peligrosas, que pueden afectar a todas las personas, incluso a las saludables. Sus recomendaciones son claras: evitar exponerse por mucho tiempo al frío y, en caso de tener que salir, abrigarse con muchas capas de ropa liviana; generar más calor corporal mediante el movimiento; y mantener la casa calefaccionada de forma segura.
Simple. Conciso… pero, ¿qué pasa si no tenés otra alternativa que estar expuesto al frío? ¿qué pasa si no tenés casa y dormís abajo de un puente? ¿qué pasa si sos una persona que está en situación de calle? ¿cuál es el “adentro” y cuál es el “afuera”?
En menos de 10 días -a la hora de entregar esta columna- murieron seis personas en situación de calle. Por el frío, por la desidia estatal, por la indiferencia, por la falta de políticas públicas concretas que las contengan. Cinco de ellas en Ciudad de Buenos Aires, una en Mar del Plata. Ninguna de estas personas pudo “evitar salir”, “calefaccionar su casa” ni “abrigarse con muchas capas de ropa liviana”. No pudieron “evitar salir” porque las personas en situación de calle ya están afuera: afuera del sistema, afuera de los derechos, afuera de todo.
La ley 27.654 busca garantizar los derechos de las personas en situación de calle. La presenté en el Congreso Nacional en mi mandato como diputado y, junto al inmenso laburo que venían llevando adelante las organizaciones sociales, conseguimos que se sancione en diciembre del 2021. Después de trece años de lucha y de intentos por tener una normativa que aborde de manera integral la problemática, nos convertimos en el primer país de Latinoamérica en tener una ley de estas características.
Siempre nos convencimos de que nuestro trabajo no iba a terminar con la sanción de la ley, íbamos a seguir peleando hasta que estuviera implementada porque, de otra forma, es letra muerta. Lo hicimos durante el gobierno de Alberto y lo hacemos ahora también: hay personas muriéndose de frío en las calles y el vocero presidencial dice que “por ahora no tienen ningún plan”. ¿Cuándo lo van a tener? ¿Cuando se mueran más y más personas? O, quizás, esperan que “pase el frío”, se “depure” la ciudad a lo Micky Vainilla y, después, hacer borrón y cuenta nueva.
No es tan difícil. Si el dinero que usaron para los viajes presidenciales de Milei, para el desfile militar o para comprar aviones de guerra, lo hubieran usado para implementar la ley nacional, se habrían evitado muchas de estas muertes. Es una idea concreta que fue trabajada por meses. Una idea concreta que pretende crear una red de centros de integración social que le escapen a la lógica del “parador” que implementan en Ciudad, que funcionen 24 horas los 365 días del año, en donde las personas puedan hacer talleres de oficios, terminar sus estudios, recibir acompañamiento terapéutico, asistencia médica, entre otras actividades tendientes a reconstruir vidas marcadas por la exclusión.
Una idea concreta que impulsa la existencia de una red de atención móvil articulada con una red de atención telefónica, que promueve la capacitación de todos los actores que intervengan en la problemática para, de esta forma, evitar que, por ejemplo, avance la violencia institucional en contra de las personas en situación de calle. Una idea concreta que propone un relevamiento anual, que sea integral, que no sólo sea cuantitativo, sino cualitativo –en este aspecto, las organizaciones sociales tuvieron una primera experiencia con la realización del ReNaCALLE–. Una idea concreta que posibilitaría a las personas en situación de calle tener su DNI. Una idea concreta que sólo necesita presupuesto.
Que al gobierno nacional se le descongele el corazón puede ser un poco difícil de pedir, sobre todo en un contexto donde, según las propias palabras de Milei, el ajuste va a ser cada vez peor y donde la pobreza y la indigencia está creciendo exponencialmente; pero no por eso tenemos que dejar de exigir lo que corresponde. Mientras esperamos respuestas, es necesario multiplicar la solidaridad.
Que la escena de niños pidiendo en los transportes públicos, adultos mayores durmiendo en una plaza, pibes ranchando en una esquina, familias durmiendo al calor que sale de alguna estufa de un local, no se nos vuelva costumbre ni nos resulte indiferente. Que la muerte de seis personas en situación de calle no se nos olvide con un nuevo bombardeo de noticias en los medios hegemónicos. Que la imagen de la policía de la Ciudad llevándose las pocas cosas que un señor sin techo tiene, no se nos borre de la memoria. Que nuestra mirada no se desvíe de aquel que extiende su mano pidiendo una ayuda.
Ser o no ser, en la mirada del otro, algo que les pasa recurrentemente a quienes están en la calle, lo que los lleva a la deshumanización completa al punto de ya no sentirse personas. Miremos, estemos, construyamos.
Desde Argentina Humana se lanzaron las Brigadas Solidarias de Acompañamiento a Personas en Situación de Calle para que, durante todo julio, se realicen jornadas solidarias en distintos puntos del AMBA. Un plato de comida caliente, una taza de matecocido, una frazada, una palabra, una mirada… pequeños actos que, con la empatía de todos, le puede cambiar un poquito el día, la semana o el mes, a aquellas personas que no tienen nada.
Y parafraseando a Galeano, se necesita de muchas personas pequeñas, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, para cambiar el mundo. Por eso, te necesitamos a vos, que estás leyendo esto, para que te sumes como voluntario o colabores con una donación material o monetaria. La acción de todos es fundamental en tiempos de tanto individualismo, crueldad y deshumanización. Porque la calle no es un lugar para vivir… ni para morir.