Desde hace algún tiempo a esta parte empezó a circular en redes sociales un discurso desde el exterior, principalmente de los Estados Unidos, que pone a Argentina en un lugar incómodo y que parece injustificado: “El país más racista del mundo”. Esto genera una inmediata respuesta de los usuarios locales, que instintivamente saltan en defensa del honor nacional, y argumentan por qué sería una definición errada. ¿De dónde surgió este discurso? ¿Somos un país racista? Y si lo somos, ¿más que otros?
Al venir desde Estados Unidos, la respuesta principal está motivada por la indignación: ¿cómo va a venir un yanqui, con la historia que tienen en materia de racismo, a señalarnos a nosotros? Sobre todo porque muchos de los argumentos que esgrimen son realmente flojos, como por ejemplo decir que "no hay negros en Argentina porque fueron aniquilados". Básicamente, por esta situación demográfica se nos acusa de ser nazis.
Esta noción empezó a circular con fuerza durante el Mundial de Qatar, luego de una nota del Washington Post que se titulaba “¿Por qué la Selección Argentina no tiene negros en la Copa del Mundo?”. Si bien el contenido de la nota era un interesante repaso por la historia de la población afrodescendiente en nuestro país, lo que trascendió, tanto acá como allá, fue el título. Así, algo que ya se venía viendo en el submundo de redes como Twitter o TikTok, explotó por los memes que vinieron tras esa publicación.
Hay motivos para que crean ese tipo de cosas, también. En Qatar surgió un video que se viralizó rápidamente, donde un grupo de argentinos cambió la letra de una conocida canción de cancha del fútbol del ascenso para pegarle a la Selección de Francia. En esa canción, se dice que Mbappé tiene madre nigeriana y padre camerunés, "pero en el documento, nacionalidad: francés". Eso, que pretendía ser un "chiste interno" entre argentinos, llegó a todo el mundo y reforzó esta idea.
Desde entonces, se generó un ida y vuelta en medio de lógicas propias de redes sociales y con las chicanas futboleras de por medio, y la cosa escaló. Tras un tiempo de silencio, la Copa América reactivó esta tendencia, lo que deja en claro que hay sectores -seguramente nichos- en el norte del continente donde ese discurso está bastante instalado.
Yanqui, go home
Hay una base histórica desde la cual surgen este tipo de discursos que tienen que ver con los mitos que comenzaron a difundirse desde el gobierno norteamericano para desacreditar a Perón sobre la llegada al país de nazis que huían de Europa luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial. Para esta narrativa, esa situación histórica basta para afirmar que los descendientes argentinos de estos refugiados nazis mantienen su tradición ideológica de intolerancia.
“Es un discurso que tiene algunos elementos antiperonistas, porque era una de las cuestiones que se había articulado para criticar al peronismo: su relación con el nazismo, que tiene mucho de conspiranoico”, afirmó la docente y columnista radial Natalí Incamato a Diario Con Vos. “Ahí empezó esta circulación, muy vinculada con la posverdad, de estas ideas falsas sobre nuestro país”, agregó La Inca, como se la conoce en redes.
Un ejemplo concreto de esta visión es algo ocurrido hace un tiempo en el programa del famoso podcaster estadounidense Joe Rogan. En una de sus emisiones, plantearon que en Argentina había tantos nazis que hoy en día existen pueblos enteros que responden a esa ideología. La confusión (por ser bien pensados) podría venir de la existencia de pueblos fundados inmigrantes alemanes, como ocurre en muchas ciudades de la Patagonia o de la provincia de Córdoba. Sin embargo, cabe aclarar que entraron muchos más nazis a los Estados Unidos que a nuestro país.
Imponen las categorías de sus propios problemas raciales a nuestro país, y no nos ayudan a pensar nuestros propios problemas de racismo.
Natalí Incamato
Por otro lado, la poca presencia de afrodescendientes en la población argentina es lo que más confunde a los estadounidenses, acostumbrados a una clasificación social basada en lo étnico: “Lo que hacen es imponer o exportar las categorías de sus propios problemas raciales a nuestro país, sin tener en cuenta los modos específicos en los que se articularon los racismos en Argentina. Me parece que hay una mezcla entre mitos viejos y una imposición de categorías que no nos ayudan a pensar nuestros propios problemas de racismo”.
Esto se da en un contexto en el que los discursos progresistas, como la llamada cultura Woke en EE.UU., penetraron tanto en la sociedad occidental que han sido tomados muchas veces como elementos de marketing, y demás acciones que terminan vaciando de contenido a las luchas sociales. Por eso, la reacción argentina a las acusaciones muchas veces viene de gente que se posiciona ideológicamente en contra de esta corriente.
Esta mezcla de distintos fenómenos que vinculan viejas nociones históricas con nuevas tendencias globales, y enmarcadas en un contexto digital, dan como resultado una nueva forma de colonialismo cultural, donde se busca juzgar a una sociedad sin conocerla ni comprenderla, utilizando conceptos propios que nos son ajenos. Es decir, imponiendo una agenda que no nos corresponde.
No hay que olvidar que donde ocurre esto es en redes sociales, por lo que muchos usuarios argentinos reaccionan desde el orgullo y bajo la lógica de ese submundo digital, particularmente de Twitter. Por esto se termina convirtiendo en un ida y vuelta entre yanquis y argentinos, con memes de por medio y acusaciones cruzadas sobre qué país es más racista.
“Hay que entenderlo también en ese marco de mitos que se expanden, que forman parte de chistes y que nadie los refuta con seriedad. Ese juego que tiene ese picanteo de las redes no nos permite complejizar la cuestión, como suele pasar en las redes sociales con todos los grandes temas”, explica La Inca.


¿Argentina es racista?
Hay quienes creen que el hecho de que no haya tanta población negra en nuestro país es suficiente para asegurar que es imposible que haya racismo. No solo se está ignorando la enorme variedad de discursos discriminatorios que existen en nuestro país por clase social, nacionalidad, orientación sexual, religión, política y también por origen étnico y color de piel; sino que esa asunción solo refuerza la idea de que en Argentina no hay negros, lo cual es mentira y, en el fondo, también es racista.
“Argentina, lamentablemente, es un país racista. Como lo es la mayoría de los países del mundo”, afirma Carlos Álvarez Nazareno, sociólogo y activista por los derechos humanos de las personas afrodescendientes. Ese racismo se puede expresar de varias maneras, algunas incluso sin siquiera darnos cuenta de que lo estamos siendo.
Según Álvarez Nazareno, el racismo ha mutado en todo el mundo y ya no se da tanto como ocurría, por ejemplo, en los 60 en Estados Unidos. “Efectivamente, en Argentina no hay ese tipo específico de segregación racial, pero sí hay un montón de modos de vivir al racismo. Si vos hablas con cualquier persona afroargentina te va a decir ‘me siento extranjera en mi propio país’”, aseguró en diálogo con Diario Con Vos.
Si vos hablas con cualquier persona afroargentina te va a decir 'me siento extranjera en mi propio país'.
Carlos Álvarez Nazareno
Esto tiene que ver con un éxito rotundo que tuvieron en Argentina las políticas de blanqueamiento de fines del siglo XIX. La idea de la "nación blanca" ("Argentina es la Europa de Sudamérica", "venimos de los barcos", etc.) niega, por un lado, a los pueblos originarios, pero también a los miles de africanos que llegaron esclavizados al Río de la Plata, así como los que han ido llegando libremente a lo largo del tiempo y se establecieron en nuestro suelo.
Con este segundo grupo, sin embargo, la invisibilización es tal que mucha gente los toma como algo exótico, lo que Álvarez Nazareno define como “racismo recreativo”, que vendría a ser el racismo cotidiano que sufren todos los días y que no necesariamente se ejerce con mala intención, sino por ignorancia o desconocimiento. Es decir, esa cuota de racismo que tenemos incorporado por el racismo estructural que tenemos normalizado.
Así, por ejemplo, recibe comentarios por la calle por parte de desconocidos, como “Eh, negro”, “Qué hacés, Bob Marley”, que si se le pregunta a quien lo dice, seguramente responderá que es con “buena onda”. “Yo no ando diciendo ‘cómo estás rubio’, ‘que pasa blanquito’. La gente muchas veces te toca el pelo… O sea, si nosotros le tocamos el pelo a cualquier mujer nos pueden hasta denunciar por acoso. Ahora, nosotros tenemos que dejar que nos toquen el pelo porque parece diferente, porque parece exótico”, agregó.
Hay una frase muy común en nuestro país que demuestra a la perfección esta confusión argentina respecto del racismo propio: “Digo negro de alma, no de piel”. En el afán de querer evitar ser discriminatorio, esta frase es incluso doblemente racista porque asocia el ser negro como algo malo, tanto a nivel físico como a nivel espiritual. Porque aunque en Argentina no hay muchos negros, la palabra se la utiliza igualmente de forma peyorativa.
“No nos tenemos que sentir heridos cuando decimos que en la Argentina hay racismo y que hay mucha gente que tiene muchas prácticas racistas cotidianamente. Entiendo que se pongan mal porque los yanquis dicen que son racistas, pero ojalá que eso en vez de enojarlos, permita hacer una reflexión y no se sientan atacados en lo personal”, cerró Nazareno.