Con el corazón, Argentina se lo empató a Marruecos en el minuto 105 del partido. El equipo de Javier Mascherano iba perdiendo por 2-0, Giuliano Simeone descontó a los 68 y Cristian Medina lo igualó en el minuto 15 de adición. Sin embargo, se dio una situación totalmente inédita y bochornosa: más de una hora y media después, se anuló el gol y se disputaron tres minutos más.
El árbitro había agregado todos esos minutos debido a que la selección africana hizo tiempo durante toda la segunda mitad. Los jugadores tardaban en ejecutar las pelotas paradas y se tiraban constantemente al piso, por lo que el juez se los cobró en el final del encuentro.
Ni bien convirtió Argentina, los hinchas marroquíes, que eran ampliamente locales en Saint-Étienne, se enojaron, por lo que les tiraron botellas y proyectiles a los futbolistas de la Albiceleste, que se fueron rápidamente al vestuario. No solo esto, sino que invadieron el campo de juego, intentando perseguir a los jugadores de nuestro país.
Por esta situación, el partido nunca se finalizó de manera oficial, sino que se mantenía "suspendido". Esa interrupción se extendió por más de una hora y media, en la cual los equipos se mantuvieron en los vestuarios, a la espera de la confirmación. Finalmente, los equipos salieron nuevamente a la cancha.
Ya con el estadio vacío, el árbitro sueco Glenn Nyberg salió a la cancha y fue directo a la cabina del VAR, donde analizó la jugada que había sucedido casi dos horas antes. Tras unos segundos, determinó que el gol no debía ser convalidado y se jugaron tres minutos más. Si bien Argentina buscó nuevamente el empate, no alcanzó y el partido finalizó 2-1 para los marroquíes.
El partido de Argentina, antes del bochorno
El equipo de Javier Mascherano no hizo un buen partido y se vio dominado por Marruecos durante casi todo el encuentro. Sin embargo, en los últimos minutos la Selección se despertó y empezó a atacar como no lo había hecho en todo el partido.
El gol de Simeone llegó después de una asistencia de Julio Soler, que en realidad quiso patear al arco: el hijo del Cholo apareció en el segundo palo y la empujó, cuando la pelota se iba afuera.
El empate agónico de Medina vino después de una pincelada de Thiago Almada, que desparramó a toda la defensa marroquí y pateó al arco; el arquero dio rebote, se ensució la jugada y Argentina tuvo dos cabezazos en el travesaño. Y, finalmente, la pelota le quedó al volante del Porto, que cabeceó con el arco vacío e igualó las cosas.