En Argentina la violencia contra los pueblos y naciones indígenas, y en particular contra las mujeres, ha alcanzado niveles alarmantes, aunque la intervención del Estado y de ciertos sectores económicos en los territorios de las comunidades originarias, de norte a sur, no es un fenómeno nuevo. Pese a los años transcurridos y los derechos conquistados, todavía el despojo que padecen estos pueblos sigue justificándose con la excusa de un supuesto progreso que solo beneficia a unos pocos. En este marco, las mujeres indígenas, en tanto hacedoras y defensoras del conocimiento ancestral, enfrentan numerosas situaciones de represión, opresión y exclusión; no sólo producto de la intersección entre género, etnia y clase, sino también a la fusión de patriarcado, colonización y racialización. Estas formas de violencia se imbrican con estigmas profundamente arraigados que, desde el siglo XIX, han colocado a las comunidades originarias, especialmente mapuche, en calidad de enemigas del Estado-Nación.
Con perfume de cordillera
crece la identidad nunca vencida
en este sur rebelde
nunca vencida en la gente de la tierra
Ailin "Mawvn" Ñancucheo
Para referirnos a estas continuidades históricas, basta con recordar el impacto del Informe RAM, elaborado durante el gobierno de Mauricio Macri, en conjunto con los gobiernos de Río Negro, Neuquén y Chubut, bajo la dirección de Patricia Bullrich, actual funcionaria de Javier Milei. En ese informe, al igual que en las recientes declaraciones del presidente de la Administración de Parques Nacionales, Cristian Larsen, donde afirmó en redes sociales que “estos delincuentes disfrazados de mapuches no reconocen al Estado Argentino”, se evidencia la demonización sistemática de los pueblos indígenas, particularmente de aquellos que luchan en defensa de sus territorios. Esto tiene poco de novedoso, ya que la figura del “indio rebelde y malonero” ha sido una constante en los discursos oficiales que, desde los albores del Estado argentino, buscan legitimar el proceso de saqueo territorial.
Los mecanismos violentos que garantizan la acumulación capitalista en desmedro de la vida humana y no humana se conjugan, una vez más, con ciertas falacias que actúan como estrategia para deslegitimar las reivindicaciones de las comunidades originarias. Desde tiempos de Estanislao Zeballos, promotor intelectual del roquismo, observamos cómo persiste en los medios un discurso oficial que presenta a la población mapuche como extranjera, lo cual busca imponer la idea de "ilegalidad" sobre sus demandas. Esta tendencia se reaviva tras cada conflicto territorial. Recientemente, Larsen afirmó que no se puede permitir que "pseudo-mapuches se apropien de lo ajeno", en referencia a la disputa en el cerro Belvedere en Villa La Angostura, que involucra a Emanuel Ginóbili y la comunidad Paicil Antriao. Este conflicto revela cómo estas estrategias de deslegitimación se han perpetuado a lo largo de los años.
Las políticas de criminalización y persecución, que presentan los-as mapuche como extremistas y terroristas, se conjugan con decisiones gubernamentales que atentan contra el corpus normativo, nacional e internacional, en materia de derechos humanos de los pueblos indígenas. De hecho, hay un intento deliberado de borrar la presencia y los derechos históricos de estas comunidades sobre los territorios administrados por Parques Nacionales, a través de la prohibición de referencias a estos pueblos en materiales y narrativas. En esta misma línea, el racismo institucional se manifiesta en el cambio de nombre del Salón Pueblos Originarios en la Casa Rosada, la prohibición de ceremonias originarias, y el cambio de la denominación del Lago Acigami. Pero esto no es todo: el gobierno de LLA también ha dispuesto la disolución del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, organismo creado en 1985 (Ley 23.302).
El desmantelamiento de mecanismos institucionales dedicados a atender a los sectores menos aventajados de la sociedad es una constante en esta gestión. El ataque sistemático a los pueblos indígenas tiene puntos comunes con el que sufren las mujeres y diversidades. Y, claramente, este accionar estatal agrava aún más la situación de vulnerabilidad y opresión que padecen las mujeres indígenas. En este punto, resulta imposible omitir la referencia a la situación que atravesaron las mujeres de la comunidad Winkul Mapu en Villa Mascardi, quienes fueron detenidas arbitrariamente el 4 de octubre de 2022, incluyendo a la machi Betiana Colhuan Nahuel y Romina Rosas, quien no recibió consideración alguna a pesar de su avanzado embarazo. Estas mujeres fueron sometidas a múltiples formas de violencia física y psicológica e, incluso, trasladadas con cadenas en los pies al penal de Ezeiza. Este brutal hecho, que motivó la renuncia de la ministra Gómez Alcorta, permite advertir la hostilidad de un Estado que continúa utilizando la represión y criminalización para sofocar las voces disidentes, especialmente cuando estas desafían el orden neoliberal, extractivista y patriarcal.
Una vez más, en octubre -un mes señalado en los calendarios, inicialmente para conmemorar el "día de la raza" y, posteriormente, transformado en una efeméride vinculada a la diversidad cultural- la violencia estatal vuelve a arremeter contra las mapuche, a pocos días de un juicio y desconociendo acuerdos previos. La desregulación económica y el avance de capitales privados sobre los territorios amenazan no solo a estas mujeres y sus pueblos, sino a toda la sociedad argentina, mientras el negacionismo y los discursos de odio ganan legitimidad, reavivando prácticas genocidas que aún sangran tierra adentro. En tiempos de crisis, y a pesar del notable avance de las políticas de crueldad, las mujeres indígenas se posicionan en la escena pública como actoras políticas e inspiran luchas en defensa de los derechos humanos, los bienes comunes, la democracia y la justicia social.
Foto portada: Pu zomo ka Wenxu a orillas del Río Limay, ceremonia del Wi ñoy Xipantv. Foto: gentileza Soledad García. En Huencho, L. y García Gualda, S. (2019). Sociedades originarias. El Pueblo/Nación Mapuce en Puelmapu, Centro Editor (pp. 11-28). Disponible en: http://hdl.handle.net/11336/125285.
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