La plaga de la chicharrita (Dalbulus maidis), que propaga la enfermedad de "achaparramieno del maíz", continúa en pleno retroceso a nivel nacional, y si bien esta no es la epoca del año en la que el insecto vector se encuentra activo atacando los cultivos, tras lo que sucedió la campaña pasada, es vital que siga disminuyendo su número.
El quinto informe de la Red Nacional de Monitoreo Dalbulus maidis "volvió a traer buenas perspectivas para la producción de maíz, a nivel cuantitativo e incluso cualitativo", indicó un informe de la Asociación de Maíz y Sorgo Argentino (Maizar), quien encabeza junto a otras entidades un sistema de control para la plaga.
A nivel cuantitativo, de las 443 localidades relevadas en las cinco regiones críticas del país, más Uruguay, el 99% registró menos de 5 chicharritas por trampa, y en muchas el resultado fue 0.

En las regiones que habían estado más comprometidas la campaña pasada, como el NOA, el Centro-Norte y el Centro-Sur del país, la presencia de Dalbulus maidis continuó descendiendo drásticamente con respecto a los relevamientos anteriores.
Por otra parte, a nivel cualitativo, este nuevo relevamiento confirmó "un dato muy importante: no todo es Dalbulus maidis. Entre las chicharritas capturadas, aparecieron otras especies de cicadélidos que no tienen capacidad de transmitir el complejo de achaparramiento del maíz", precisaron desde Maizar.
Cabe recordar que esta red de monitoreo se conformó tras lo que significó el ataque de la plaga en la campaña pasada, cuando la chicarrita se expandió en grandes números por fuera de las regiones donde es endémica, más precisamente el norte del país.
Por cuestiones ambientales, el insecto vector descendió hasta la zona centro del áre agrícola, generando grandes pérdidas en el cultivo del maíz, cuya estimación de producción al comienzo de la campaña era superior a las 60 millones de toneladas, y, tras el ataque, solo se cosecharon 49,5 millones de toneladas.
De hecho, el temor por parte de los productores a esta plaga quedó tan latente que en la presente campaña 2024/25 se espera una fuerte reducción del área a implantar, estimada un 20% menor, que daría lugar a una producción menor a la que fue afectada por la chicarrita, al obtenerse solo 47,5 millones de toneladas.
A no descuidarse
Si bien los datos son más que promisorios, lo cierto es que desde la entidad llaman a no distrairse y, por el contrario, extremar el monitoreo de los campos.
"Las oscilaciones térmicas, sumadas a las condiciones de sequía y baja humedad relativa en muchas regiones y a que los adultos invernales de Dalbulus maidis se encuentran en la fase final de su ciclo de vida, sugieren que las poblaciones podrían seguir disminuyendo, pero sólo si no logran acceder a maíz, su fuente única de alimentación y su lugar de reproducción", indicaron desde Maízar.

Es por eso que recomendaron que "como complemento de las trampas, en este momento es crucial hacer monitoreo en aquellos lugares donde se implantó maíz, así como en las zonas donde las lluvias recientes puedan haber hecho surgir maíces voluntarios", comúnmente denominados "guachos”.
"Si las chicharritas que sobrevivieron al invierno logran acceder a maíz, aumentará el riesgo de ninfas en las próximas semanas. Se debe llevar a cabo la eliminación de los maíces guachos y, de ser necesario, proceder al control del vector, en el marco de un Manejo Integrado de Plagas (MIP) más consciente, con el monitoreo como elemento crítico y estratégico para la toma de decisiones", completaron desde la entidad.