Hace ya años que el clima no es amigo del campo argentino. De hecho, las últimas cinco campañas estuvieron signadas por marcados déficits de lluvias y olas de calor que llevaron a que la producción toda se resienta, con el pico en el ciclo agrícola 2022/23 se materialice un desastre productivo pocas veces visto en la historia.
"En las últimas cinco campañas agrícolas hubo inviernos muy deficitarios, con un 40 % menos de oferta de agua en promedio, y en al menos dos de estos años, en casi toda la región productiva se recibió menos del 80 % de la provisión normal de las lluvias invernales", indicaron desde el Centro de Investigación de Recursos Naturales (CIRN) del INTA.
El problema es que ese proceso, que a principios de este año parecía cortarse por la presencia del fenómeno climático de "El Niño", el cual aportó buenas lluvias en el primer semestre, parece repetirse desde julio hasta la fecha y podría prolongarse por lo que queda de 2024.
No solo se descuenta la presencia de una "Niña" entre "neutra y débil", sino que se espera que los acumulados de lluvias para el próximo trimestre se encuentren en valores entre normales a deficitarios, en un momento donde el campo está pidiendo a gritos agua para que no siga cayendo la condición del trigo y para poder llevar a cabo la siembra de maíz y girasol.
Según indicó la especialista del Instituto de Clima y Agua, Natalia Gattinoni, “las chances de transitar un trimestre con lluvias deficitarias alcanzan entre el 45 y 50 % en las provincias de Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos y norte y este de Buenos Aires. Las condiciones de lluvias normales o lluvias mayores pueden ocurrir, pero con menores probabilidades”.

Por otro lado, Gattinoni marcó que “el panorama térmico continúa al igual que los trimestres anteriores indicando mayores probabilidades que las temperaturas en promedio, puedan alcanzar valores entre normales a más cálidas que los valores climáticos”, en especial en las provincias de Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos.
Es por eso que la especialista sostuvo que “un aspecto a tener presente en las decisiones a tomar, principalmente las provincias del norte de la región pampeana, en la combinación entre estas dos perspectivas climáticas. Es decir, un panorama hídrico posiblemente escaso y térmico como mayores chances de ocurrencia de periodos de altas temperaturas que podría exigir mayor demanda de evapotranspiración a la vegetación”.
¿Qué hacer?
A priori, el panorama es ciertamente complicado o, por lo menos incierto, por lo que los productores deberán adoptar estrategias correctas que apuesten a aprovechar al máximo la oferta de agua que esté disponible.
“Para tomar decisiones sobre cultivos anuales pampeanos y chaqueños se considera la variabilidad esperable de las lluvias en la estación de crecimiento del cultivo, y en cada lote el stock en almacenes de lluvias anteriores a los que podría acceder el cultivo; la recarga del perfil en hasta dos metros y, eventualmente, la profundidad de la freática cuando está a menos de unos cuatro metros”, explicó Jorge Mercau, investigador del INTA San Luis e integrante del Programa Ecofiosología y Agroecosistemas del organismo, .
Mercau indicó que “en base a esa recarga del otoño, se tomaron acertadas decisiones de siembra de cultivos de inverno para cosecha (trigo y cebada principalmente) en la región pampeana, que, con el diario del lunes, están expuestas ahora a una creciente sequía en las etapas críticas de los cultivos”.

En esa línea, señaló que “el daño de la sequía ya es importante para cultivos en el norte de la región y, si no llueve bien en octubre, lo será también hacia el centro de esta, en especial al oeste, donde las lluvias invernales fueron nulas; cuanto más se demoren las lluvias, mayor será el impacto en los rendimientos de la fina”.
En el norte y centro de la región pampeana, se está transitando la ventana de siembra del cultivo de maíz, y en pocos días comienza la de soja. Sin embargo, la sequía hace que muchos de los lotes en barbecho no tengan agua para iniciar la siembra, a lo que se suma que, por la gran cantidad de días sin lluvia, muchos perfiles se han secado parcialmente, y que, en muchas zonas parte de los lotes con mejor recarga se sembraron con fina, quedando para la gruesa más lotes donde la recarga no era muy buena.
“Las decisiones de fechas de siembra de soja y de maíz tienen fuerte impacto en el riesgo de sequía”, puntualizó el investigador y agregó que "para la porción central del área agrícola las siembras de octubre en soja permiten explorar mayor techo de rendimiento, pero tienen un riesgo mayor de un piso bajo cuando la oferta hídrica no es muy buena".
En cambio, de acuerdo con Mercau, “las siembras de la primera mitad de noviembre elevan el piso, reduciendo el riesgo de sequías (menos demanda en etapas críticas y una mayor recarga de lluvias antes de la misma), a costa de una reducción del techo (menor radiación y fotoperíodo) que, cuando la oferta es pobre, se sobre compensa por el mayor piso esperable”.