Este lunes se vivió una jornada de calor sofocante, con temperaturas que rozaron los 39 grados. En medio de este panorama, el sistema de electricidad colapsó y dejó sin luz a más de 200.000 hogares en el Gran Buenos Aires y distintas regiones del interior.
El apagón se dio en medio de un récord de consumo de energía debido a la ola de calor. Según fuentes oficiales, el problema se originó por la interrupción del envío de potencia desde Brasil y la salida de servicio de dos líneas de alta tensión de 500 kV. Aunque el suministro comenzó a reponerse rápidamente, la crisis puso de nuevo en el centro del debate la fragilidad del sistema eléctrico argentino.
El impacto del corte no se limitó al AMBA: también hubo fallas en las regiones del NOA, NEA, Centro, Cuyo, Litoral, Comahue y el interior de la Provincia de Buenos Aires. Para mitigar el colapso, Cammesa, la compañía administradora del mercado mayorista de electricidad, tuvo que aplicar medidas de emergencia y solicitó a la siderúrgica Acindar que redujera su consumo.

El pico de demanda eléctrica se registró a las 14:45, cuando el consumo llegó a 30.240 MW, superando la marca histórica del 1 de febrero de 2023. A pesar de los intentos por estabilizar el sistema, un colapso de tensión en el NEA restó 700 MW y evitó que se rompiera el récord absoluto.
Las fallas en la red eléctrica vienen acumulándose en las últimas semanas, afectando especialmente a las provincias del norte. Por eso, los gobernadores del interior ya empezaron a reclamar inversiones urgentes para mejorar la infraestructura eléctrica.

Los cortes de luz y el costo de la energía siguen siendo un tema de discusión política, así como también la situación del sistema eléctrico seguirá en la agenda pública. Con el verano recién arrancando y los mayores picos de consumo previstos para febrero y marzo, el desafío de evitar nuevos apagones está lejos de haberse resuelto.