Aprobaron en tiempo récord el proyecto de demolición del estadio Luna Park, presentado por el Arzobispado de Buenos Aires y el empresario Diego Finkelstein. El mismo tuvo el ok durante el receso vacacional y sin modificaciones por la Comisión Nacional de Monumentos.
Como era de esperarse, la decisión causó revuelo en la gente. Esto se debe, principalmente, a que el Luna Park es sumamente importante para la historia deportiva y cultural de la Argentina. Además, tiene prohibida su demolición por haber sido declarado Monumento Histórico Nacional en 2007 y por estar ubicado en un Área de Protección Histórica. Por si fuera poco, tampoco podría tener ni siquiera cambios internos o de volumen original.
Pese a eso, el proyecto aprobado plantea que la capacidad del estadio se extienda de 8.400 a 13 mil espectadores. La empresa de Finkelstein, llamada DF Entertainment, pretende avanzar con estas transformaciones ya que tiene la concesión del Luna Park por 40 años. Debido al acuerdo que tiene con el Arzobispado local, debe pagarles un millón de dólares por asumir la gestión, más el mismo monto mencionado todos los años.

Cabe destacar que la Comisión que aprobó la demolición del Luna Park depende de la Secretaría de Cultura de la Nación. La resolución fue impulsada por su presidenta, Mónica Capano, y el vocal del organismo y actual subsecretario de Paisaje Urbano de la Ciudad de Buenos Aires, Juan Vacas.
De todos modos, la decisión final la deben tomar tanto el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y el Papa Francisco, quien se encuentra atravesando un delicado estado de salud debido a una neumonía bilateral. Varias organizaciones que defienden las estructuras edilicias históricas del paisaje urbano, como la Fundación Ciudad y Basta de Demoler, sostienen que el estadio puede ser remodelado sin incumplir las normas de protección patrimonial ni comprometer su valor histórico, aunque todavía no recibieron respuestas a sus pedidos.