A partir de este viernes, el Gobierno de Italia impuso una importante modificación en la ciudadanía italiana. Ahora, para obtenerla, solo se podrá acreditar un vínculo directo con un padre o abuelo nacido en Italia. Este cambio afecta especialmente a los argentinos, que tradicionalmente han sido uno de los grupos más numerosos en solicitar la nacionalidad italiana.
El gobierno de Giorgia Meloni, a través del Consejo de Ministros, implementó una restricción que limita la solicitud de ciudadanía italiana a dos generaciones. Esto significa que aquellos descendientes que, hasta ahora, podían reclamar la nacionalidad por la vía del bisabuelo o tatarabuelo, ya no podrán hacerlo bajo las nuevas condiciones. Este cambio repercute directamente en miles de personas en Argentina, país que alberga una de las comunidades de origen italiano más grandes del mundo.
Hasta antes de la reforma, Italia permitía que quienes tuvieran ancestros italianos hasta el tercer o cuarto grado pudieran solicitar la ciudadanía. Este sistema, basado en el ius sanguinis, garantizaba la transmisión de la nacionalidad italiana sin importar el lugar de nacimiento. Sin embargo, el nuevo marco legal elimina a todos los descendientes que no sean hijos o nietos directos de italianos nacidos en Italia, limitando el acceso a quienes tienen lazos más lejanos.

El ministro de Asuntos Exteriores italiano, Antonio Tajani, destacó que el principio del derecho de sangre no será abolido y que muchas personas de ascendencia italiana seguirán teniendo la posibilidad de obtener la nacionalidad a través de un trámite. No obstante, aclaró que se establecerán "límites precisos" para evitar abusos y la "comercialización" de los pasaportes italianos. En este sentido, se subraya la importancia de mantener "lazos reales" con el país y de cumplir con los derechos y deberes que conlleva la ciudadanía, mencionando que, en el futuro, podrían incluso exigir un compromiso más activo con Italia.
Por otro lado, se mencionó la posibilidad de futuras reformas que incluyan requisitos lingüísticos y culturales más estrictos, como la demostración de un conocimiento certificado de la lengua italiana y una conexión más concreta con la cultura y el territorio italiano. Incluso se habla de la posibilidad de exigir la residencia en Italia como condición para la obtención de la ciudadanía.
Este cambio ya está generando inquietud en los sectores que se beneficiaban del ius sanguinis más amplio, ya que muchos argentinos que habían iniciado el trámite, confiados en poder obtener la nacionalidad por sus bisabuelos o tatarabuelos, ahora se verán excluidos.

Cómo repercuten en los argentinos estos cambios en la ciudadanía italiana
Las estadísticas del Ministerio de Asuntos Exteriores italiano reflejan la importancia de Argentina en este contexto. En 2023, 20.000 descendientes de italianos obtuvieron la ciudadanía italiana a través de este derecho, y se estima que en 2024, esa cifra podría aumentar a 30.000.
En definitiva, la reforma impulsada por Meloni marca un punto de inflexión en la relación de Italia con sus descendientes en el extranjero. El acceso a la ciudadanía italiana, que durante décadas fue un puente cultural y emocional, ahora se encuentra más limitado.