El cielo gris, el sonido de la lluvia golpeando los techos y el aroma de algo tan rico como unas tortas fritas cocinándose en la cocina: una postal perfecta. En esas jornadas frescas y pasadas por agua, no hay nada que reconforte más que una buena merienda caliente. Y si es con una receta rica y fácil, mucho mejor.
Pero esta no es una receta cualquiera. Las tortas fritas rellenas de queso combinan lo mejor de la tradición con un toque sabroso y actual, que las transforma en una tentación irresistible. Crujientes por fuera, suaves por dentro y con un corazón de queso derretido que conquista a cualquiera.
Fáciles de hacer, económicas y con ingredientes que seguramente ya tenés en casa, estas tortas fritas son la excusa perfecta para cortar la rutina y darse un gusto. A continuación, te contamos cómo prepararlas y un poco sobre su historia, bien arraigada en nuestras costumbres.

Receta fácil de tortas fritas rellenas de queso
Ingredientes:
- 500 g de harina común
- 1 cdita de sal
- 2 cdas de manteca o margarina vegetal
- 200 ml de agua tibia (aproximadamente)
- 1 cdita de polvo de hornear (opcional)
- Queso semiduro a gusto (tipo Mar del Plata, Pategrás o mozzarella)
- Aceite o para freír

Preparación:
- En un bol grande, mezclar la harina, la sal y el polvo de hornear si se desea una textura más aireada.
- Agregar la manteca e ir incorporando el agua tibia de a poco, hasta formar una masa tierna y homogénea. Amasar bien y dejar reposar tapada unos 15 minutos.
- Dividir la masa en porciones, estirarlas con palo de amasar y colocar en el centro un trozo generoso de queso. Cerrar con otra tapa de masa o doblar tipo empanada, sellando bien los bordes para que el queso no se escape.
- Freír en abundante aceite caliente hasta que estén doradas de ambos lados. Retirar y escurrir sobre papel absorbente.
- Servir calientes, ideales para acompañar con un mate o una taza de café con leche.
Una tradición deliciosa
Las tortas fritas son un clásico de la cocina criolla, con raíces en el campo argentino y fuerte presencia en el imaginario colectivo. Su origen se remonta a la época de la colonia, cuando la mezcla de harina, grasa y sal se transformaba en una comida simple pero reconfortante, ideal para combatir el frío y la humedad.

Con el tiempo, se volvieron infaltables en los días de lluvia, al punto de que muchos sostienen que si llueve, hay que hacer tortas fritas. Su preparación se transmitió de generación en generación, ganando variantes como las versiones dulces, las que llevan anís o las rellenas, como esta que proponemos hoy.
Ya sea como símbolo de unión familiar o como un antojo irresistible, las tortas fritas siguen ocupando un lugar privilegiado en la cocina popular argentina. Y si además vienen rellenas de queso, mejor prepararse: no va a quedar ni una.