¿Qué pasa si te digo que desde mañana no vas a poder comer carne? ¿Qué pasa si te digo que todos los animales del mundo son sacrificados por ser portadores de un virus mortal? ¿Qué pasa si te digo comienza a estar legalizado el consumo de carne humana? Esta es la distopía que plantea la autora en su libro Cadáver exquisito, ganador del premio "Clarín Novela" en 2017.
Agustina Bazterrica, escritora y licenciada en artes de la Universidad de Buenos Aires, es quien puso letras a esta pieza fundamental de la literatura argentina contemporánea. No podés no leer este libro si verdaderamente te apasiona el género novela.
Sin embargo, así como algunas reseñas anuncia espóiler, esta advierte que solo aquellos lectores con mucho estómago pueden afrontar una historia que es narrada desde la óptica de Marcos Tejo, un hombre que la vida ha golpeado en unas cuantas ocasiones y que trabaja en uno de los más reputados mataderos (de carne humana).
Así es, lo de la carne humana pasa del mero eufemismo, y es que la despersonalización, que pareciera ser figura de análisis en la sociología moderna, puede encontrar un peldaño más al cual asomarse.
La trama detrás del libro de Cadáver exquisito de Agustina Bazterrica
¿Qué pasa si le quitamos el alma a la carne y la transformamos en una materia prima de consumo? Bazterrica desentraña esa inquietud página tras página en su obra.
Tal como se expresó previamente, este libro se centra en la historia de Marcos Tejo, encargado del matadero Krieg, uno de los más importantes de la Argentina.

En él se comercializan y distribuyen las mejores cabezas del mercado. El término "cabezas" es acuñado de la misma manera que en plano de la no-ficción hablamos de cabezas de ganado. Sin embargo, en este caso se hace esta mención para despersonalizar a la persona, valga la redundancia, que será comida en la lógica de consumo que plantea Bazterrica.
¿Qué hace de Cadáver exquisito la distopía argentina más lograda de estos tiempos?
El registro que logra la autora es clave para entender uno de los incordios esenciales de la obra. ¿Cómo es que nadie se cuestiona que se esté comiendo carne humana? Eso está zanjado, sobreentendido, y es ahí donde la escritora logra sumarse sus porotos: no tomó de tonto al lector.
Ese último punto, aunque obvio, es que jerarquiza Cadáver exquisito, puesto que con frecuencia, en novelas del mainstream, vemos como se explica hasta el último detalle lo acontecido, como si hasta la más mínima mueca debiera tener un porqué, una razón de ser y un sentido interpretado. Agustina Bazterrica plantea en Cadáver exquisito un sinfín de significantes, pero no da el significado. Sí, la vieja analogía de pescado o la caña de pescar.

"Cuando escribo, no estoy pensando en las consecuencias del libro, sino que estoy pensando en escribir la mejor obra que pueda escribir", expresó la escritora cuando le consultaron por la magnitud del éxito de Cadáver exquisito, y su respuesta no asombró, por supuesto que no.
Nadie podría creer que en el abarrotado mundo editorial, que pareciera haberse dejado inundar por los apuros de los medios y las ficciones producidas a mansalva por cadenas de entretenimiento y plataformas de streaming, que esta novela gustara tanto. Ni en 2017 ni ahora, con una pandemia atravesada mediante, se podía olfatear que los lectores irían a por una historia con esta premisa.
Cadáver exquisito: de naturalizar el horror a trabajar el silencio
Naturalizar el horror también es una cuestión clave de esta edición. La autora comentó que al presentarse en aforos de chicos que debían leer su obra para el colegio secundario, ellos no parecían particularmente fascinados por las cruentas escenas en las que se suprimía una vida humana, sino otra, en la que se habla de una explícita crueldad animal.
Desde mi óptica: veganismo uno, humanidad 0. Los chicos hoy sienten más empatía por los animales que por las personas. Pero que no se me malinterprete, entender que todos somos seres sintientes sería el verdadero logro. Retomando el libro, este debate en el que entran en pugna dos miradas, la de los chicos en el colegio y la mía en este análisis son virtud de Bazterrica, quien siembra dudas y logra inquietudes.

Con anteriormente he planteado, durante una charla sobre su libro, Agustina comentó cómo es introducir al mercado una obra de este calibre, en el marco de un mundo de "universos literarios". Hoy existen grandes sagas donde todo está dicho.
Sin embargo, acá se trabaja en los silencios. "Me pasó con varios booktubers e instagramers, chicos muy jóvenes que están empezando a leer ahora, están acostumbrados a leer grandes sagas de milquinientas hojas, entonces se encuentran con una distopía con menos de 300 y me exigen el resto del universo".
Por eso, acá hay otro valor en Cadáver -como le empezaremos a decir para ahorra en caracteres y crecer en cercanías-, que le da al lector para llenar espacios, lo que su creadora pide es un "lector activo" que complete desde su mirada, atravesada ni más ni menos que por la vida, lo conocido, y genera un ecosistema propio, personal, ¿sintético?, de lo visto.
¿Qué dejo el libro como obra? Sus alcances son probablemente inabarcables. Bazterrica reveló que hubo quienes dejaron de comer carne por él, también contó la anécdota de una señora que fue a una librería a devolverlo, porque "no había podido dormir bien". Pese a ello, lo que más destaca es que esta pieza acercó a chicos hacia la lectura.
Cadáver exquisito: el legado de las autoras argentinas
¿Y qué dejó para los lectores? La sensación de que la llama de las escritoras, que otrora supieron encender y mantener viva autoras como Victoria Ocampo, pasando por Alfonsina Storni y llegando María Elena Walsh, continúa viva con autoras como Claudia Piñeiro, Mariana Enríquez, Gabriela Cabezón Cámara y a quien suscribimos en esta reseña. Fanático de la lectura, todo tiempo que no pases leyendo Cadáver, es tiempo que le falta una data indispensable a tu “yo argentino”.