En Los atardeceres que perdimos, Agustina Buera confirma su sensibilidad narrativa con una historia que combina emociones intensas, paisajes memorables y ese tipo de vínculos que marcan para siempre.
Publicada por Editorial Planeta, esta novela se instala con fuerza dentro del universo del romance contemporáneo con tintes dramáticos, un género que Buera ya había explorado con éxito en Un amor agridulce.
Los atardeceres que perdimos es una novela sobre las pérdidas que duelen, pero también sobre lo que aún está por llegar. Un libro ideal para quienes disfrutan de las historias de amor que no temen enfrentarse a la vida tal como es: con sus luces, sus sombras, y esos momentos que, si se miran bien, pueden cambiarlo todo.

¿De qué se trata Los atardeceres que perdimos?
Matilda es una protagonista moderna, segura y decidida, que lleva una vida armada y feliz en Nueva York. Pero el llamado de su abuelo —y una noticia que sacude la estabilidad emocional de toda su familia— la obliga a regresar a su pueblo natal, donde deberá reencontrarse con sus raíces y con ese pasado que muchas veces intentó dejar atrás.
Del otro lado del relato aparece Valentino, un personaje en crisis. Aunque rodeado de afectos y logros profesionales, arrastra una melancolía profunda que lo vuelve opaco incluso en los días más luminosos. El reencuentro entre ambos no será solo un gesto del destino, sino una oportunidad: la de recuperar lo perdido, sanar viejas heridas y, quizás, redescubrir el amor.

Con una prosa cálida y ágil, Buera invita al lector a sumergirse en un mundo de emociones reales, donde los gestos más simples —una caminata por la playa, una charla con café de por medio, un atardecer compartido— se vuelven profundamente significativos.
La autora de Los atardeceres que perdimos entiende de tiempos internos y sabe cómo escribir sobre duelos, reencuentros, y la búsqueda del bienestar, sin caer en fórmulas ni lugares comunes.