En las últimas semanas, la comunidad argentina con raíces italianas se vio sacudida por una noticia que muchos temían: Italia limitó el acceso a la ciudadanía italiana por descendencia. El nuevo decreto firmado por el Gobierno de Giorgia Meloni, que entró en vigencia el 28 de marzo de 2025, recorta de forma contundente los derechos de quienes aspiraban a recuperar la ciudadanía de sus ancestros.
Este cambio impacta de lleno en una realidad bien conocida en nuestro país, donde la sangre tana circula por millones de venas. Ahora, para muchos, la ciudadanía italiana quedó más lejos que nunca. El decreto establece que solo podrán tramitarla hijos y nietos de italianos nacidos en Italia, dejando fuera a bisnietos y tataranietos, salvo que sus padres logren obtenerla primero.
La medida generó un sacudón entre quienes ya venían planificando una mudanza a Europa o que estaban por viajar a Italia para hacer el trámite allá, con pasaje, turno y carpeta en mano. Ante este nuevo escenario, la gran pregunta es: ¿todavía vale la pena viajar a Italia para tramitar la ciudadanía italiana?

Nuevas reglas, menos beneficiarios
El Decreto Ley 36/2025 cambió las reglas de juego: el principio de ius sanguinis, que permitía a los descendientes reclamar su ciudadanía italiana sin límite generacional, fue recortado. A partir de ahora, solo podrán iniciar el trámite quienes acrediten un vínculo directo de hasta segunda generación (es decir, hijos o nietos de italianos nacidos en territorio italiano).
El texto oficial indica que la normativa busca "preservar la integridad del registro civil italiano" y "evitar abusos en el reconocimiento de ciudadanía por vía administrativa", aunque para muchos, se trata de un intento por frenar la masiva emigración hacia Italia.
Para quienes no comenzaron el trámite antes del 27 de marzo de 2025, la oportunidad de acceder a la ciudadanía italiana por bisabuelo ya no existe. Esa fecha se convirtió en una suerte de línea de corte definitiva.

El caso argentino: muchos afuera del juego
Argentina es uno de los países con más descendientes de italianos en el mundo, producto de las grandes olas migratorias del siglo XIX y XX. Sin embargo, el grueso de esos descendientes son justamente bisnietos o tataranietos, los ahora excluidos por la nueva ley.
Para quienes estaban esperando turno en los consulados italianos o planeaban viajar a Italia a iniciar el proceso por vía judicial o administrativa, la noticia cayó como un baldazo de agua fría. Aquellos que no llegaron a presentar su carpeta en tiempo y forma, ahora deberán pensar en otras opciones.
¿Cuánto cuesta tramitar la ciudadanía hoy en Italia?
El trámite de ciudadanía en Italia nunca fue barato, pero ahora es incluso más costoso. Según estimaciones de consultoras especializadas, hacer el trámite por vía administrativa puede costar entre 5.000 y 8.000 euros, incluyendo gastos de traducción, legalización, alojamiento y asistencia legal. Si se opta por la vía judicial (por ejemplo, en casos de mujeres que no pudieron transmitir la ciudadanía italiana antes de 1948), los costos pueden superar los 10.000 euros, dependiendo del abogado y la duración del proceso.
Además, desde el 1 de enero de 2025, se aplican nuevas tasas:
- Solicitud de actas de más de 100 años: 100 euros por documento
- Inscripción en el registro civil: 200 euros
- Tasa consular o judicial: 250 a 500 euros
A eso hay que sumarle el costo de vivir en Italia durante varios meses, ya que el trámite puede extenderse entre 6 y 12 meses, dependiendo del municipio.

¿Quiénes todavía pueden acceder?
Los únicos que siguen con chances de acceder a la ciudadanía italiana son:
- Hijos de italianos nacidos en Italia
- Nietos de italianos nacidos en Italia
- Personas nacidas en Italia que perdieron la ciudadanía al adquirir otra
- Mujeres y descendientes afectados por la ley de 1948 (solo por vía judicial)
En estos casos, todavía es posible iniciar el trámite, tanto en Argentina como en Italia. Eso sí, habrá que armarse de paciencia y contar con un buen respaldo económico.
¿Qué opciones quedan para los excluidos?
Para los bisnietos que quedaron afuera, las alternativas no son muchas. Una posibilidad es que su madre o padre (nieto/a del italiano) tramite primero la ciudadanía y, una vez obtenida, la transmita. Pero eso implica una espera que puede llevar años.
Otra opción es aplicar a visas de trabajo, estudio o reunificación familiar en Italia, aunque estas no derivan en ciudadanía italiana automática. También se puede buscar ciudadanía de otro país europeo si se tienen raíces múltiples (como la española o la polaca).
Finalmente, algunos optan por la residencia permanente a través del sistema de puntos, trabajo o matrimonio con ciudadano italiano.

¿Todavía conviene irse a hacer el trámite?
Dependerá del caso personal. Para quienes tienen derecho directo (hijos o nietos), sí: todavía puede valer la pena viajar a Italia, si se cuenta con los recursos y la carpeta bien armada. Para los demás, el panorama es desalentador.
En cualquier caso, lo recomendable es consultar con abogados especializados en ciudadanía italiana, que pueden analizar la situación y asesorar sobre posibles caminos. En tiempos de cambios legales, no conviene improvisar.
En resumen, conseguir la ciudadanía italiana hoy es más difícil y costoso. La ilusión de muchos argentinos se topó con un muro legal. Pero si todavía estás entre quienes pueden aplicar, el trámite sigue siendo posible. Solo que ahora, más que nunca, hay que planificar cada paso.