El rock parece estar empezando a tener un resurgimiento que quedó manifestado los últimos dos fines de semana de la mano del festival Quilmes Rock. Sin embargo, una declaración en un programa de streaming que se volvió viral planteó una polémica por el uso de banderas, o trapos, en los recitales. ¿De dónde viene esta costumbre y cómo puede convivir con los que son ajenos?
La frase que desató la polémica fue dicha por Agostina Palazzolo, una influencer devenida en panelista del programa No se pudo, en Vorterix. "Estoy muy enojada. Si vos llevas un trapo a un recital sos un hijo de mil puta y estás por debajo de los monos. No se puede entender que lleves un trapo a un recital", fue lo primero que planteó.
Después escaló aún más: "¿Quién sos tan importante, Villa Ballester? ¿A quién carajo le importa de donde venís? ¡Hijo de puta! ¡Sos un sorete! ¡Le estás tapando a todos y estamos todos juntos por la misma banda!". Cabe destacar que el fragmento que se viralizó fue publicado en redes por ella misma. "Un mensajito para los pablos traperos de este país", ironizó. De la misma manera, respondió de manera ácida a cada respuesta en la que la cuestionaban.
Estas declaraciones generaron una oleada de puteadas y explicaciones sobre por qué la gente lleva banderas a los recitales, el valor cultural que representan y la falta de respeto que suponía esa catarata de insultos por parte de alguien ajena a la cultura del rock nacional. Sin embargo, no es la primera vez que se critica públicamente el uso de los trapos en los recitales.
El mismísimo Fernando Ruiz Díaz, líder de Catupecu Machu, se pronunció contra esta costumbre en un recital que dio en octubre de 2023, en el marco del festival Taragüi Rock, en Corrientes: "Nunca entendí la cultura de agitar la bandera en el medio del escenario porque la gente de atrás no ve. Entonces te agradezco, pero ¿la podés llevar para un costado?".
Esto volvería a repetirse en el mismo Quilmes Rock 2025, aunque pasó más desapercibido porque no se encontraba en ninguno de los escenarios principales. Esta vez, además, alegó que su hija se encontraba detrás de las pocas banderas que se habían levantado mientras tocaba "Magia veneno". Mientras cantaba "veo en partes lo que tú ves", señaló las banderas e hizo la mímica de flamearlas, de un manera un tanto socarrona, hasta tomar el micrófono para pedir que las bajaran o corrieran.
¿De dónde viene la cultura de los trapos en los recitales?
La costumbre de las banderas en los recitales tuvo su explosión durante el llamado proceso de "futbolización" que vivió el rock en la década de los 90. Porque en el ámbito del fútbol, las banderas con insignias de los barrios, o con otros mensajes, son moneda corriente desde hace décadas. Ni hablar de la bandera solo de los colores del club: hay registro de partidos en 1930 donde los hinchas llegaban al estadio con ese tipo de trapos.
Los trapos que rezan el nombre de un barrio es algo muy popular en nuestro país, y se vincula con una cuestión de identidad, de orgullo por el suelo de uno, de decir 'vengo de acá'. En el fútbol es común verlos colgados de los bordes de las tribunas, en paravalanchas y demás lugares que permiten dejarlas fijos. En los recitales, en cambio, están en medio del público.
Renzo Tévez es periodista, es de Ituzaingó y va a cuanto recital de rock pueda, sea en Buenos Aires, La Plata, Córdoba, Rosario o Entre Ríos. En los últimos años, sumó un elemento a sus rituales rockeros. Tomó una bandera argentina y diseñó una tipografía para pintarle encima el nombre de su localidad. "Una bandera, o trapo, es lo más importante que tiene uno como símbolo. Es algo completamente sentimental; y más desde el lado artesanal, de hacerla, diseñarla, coserla en algunos casos, pintarla... y de ahí en más, llevarla a cualquier show de música".
"Siento una cuestión de pertenencia, me ha dado la posibilidad de hacer amigos de la zona, y también de más lejos, incluso de otra provincia o país. Es algo muy propio del rock nacional y de cada uno, porque demuestra fidelidad, demuestra compromiso. Demuestra frente al artista que uno viajó ocho, doce horas, dos días, una semana, para ir a verlo. Incluso decirle 'mirá loco, yo vengo desde acá', o 'vengo desde tu barrio, donde arrancaste vos'", agrega.
Sobre la polémica instalada, cree que la declaración fue "desmedida", principalmente por la manera. "Podés estar de desacuerdo, por supuesto, pero creo que las formas no fueron las correctas. Y al fin y al cabo, al que le guste, al que no, le pese a quien le pese, las banderas en el rock nacional van a seguir existiendo y van a seguir estando por los siglos de los siglos".
Cómo conviven dos públicos diferentes en un festival
El principal problema acá es que se trata de un festival muy grande, con artistas de distintos palos, incluso bastante ajenos al rock como género musical, pero que se han ganado un lugar en eventos como el Quilmes Rock. Esto lleva a que una enorme cantidad de las personas en el público no sea habitué de los recitales de rock, donde el uso de los trapos es cosa de todos los días.
Si vas a un recital de Los Piojos, y estás relativamente cerca del escenario, no vas a ver nada. Es así, y se sabe. El mismo Ciro Martínez lo alienta, dedicando un momento de cada show a leer las banderas, entendiendo la importancia de ese gesto para quienes las despliegan. Lo mismo ocurre con otros grupos o artistas.
Pero cuando se juntan en un mismo campo el fanático que sigue siempre a la banda con el que le gusta pero no suele ir a recitales, pasan este tipo de cosas. No solo con los trapos; algo similar pasa con los pogos, los empujones para poder acercarse a la valla o quienes se suben a los hombros de un amigo para vivir el recital desde otra perspectiva, incluso a veces conectando directamente con el artista.
"Me parece que hoy en día, entendiendo mucho el contexto político, nuevamente el rock vuelve a ganar un espacio más de primera plana en comparación con años anteriores. Por eso mucha más gente también va a este tipo de festivales", explicó Renzo, y sumó una comparación atinada que leyó en redes sociales: "La gente que va a festivales de música es como el público de la selección. No es la misma gente que va a un recital en un barcito o que como digo recorre kilómetros para ir a ver a su banda favorita".
Es que para los que están siempre, ir a un recital no es solo ir a ver al artista, sino formar parte de una experiencia colectiva. El viaje, los trapos, los pogos, así como cantar las canciones (porque nadie se queda mirando pasivamente), forman parte de algo mucho más grande que la vivencia individual. Mística, esas cosas que se sienten y no se pueden poner en palabras. En este sentido, y teniendo en cuenta que la declaración de la polémica había sido por una bandera en pleno homenaje a Serú Girán -donde los trapos quedán más fuera de contexto- es entendible el enojo de un público ajeno a estos espacios.
Cabe destacar que hay otro punto de choque que se podría mencionar, y donde los implicados se ven cruzados: el uso de celulares, mucho menos presente en los ambientes del rock, pero que también generan malestar por el bloqueo visual que provocan los brazos en alto sosteniendo los celulares para grabar videos que nunca serán vistos. Es algo muy común hoy en día, y muchos de los que se quejan de los trapos lo hacen. Entonces, de un lado y del otro se deberían trazar ciertos límites para intentar llegar a un acuerdo. O no, y que se pudra cuando sea necesario. Eso también es rock, y muy argentino.
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