La muerte del Papa Francisco este lunes 21 de abril, a las 7:35 de la mañana (hora de Roma), en su residencia del Vaticano, marca el inicio de un proceso milenario, cuidadosamente regulado, que pone en marcha los engranajes de la Iglesia Católica para elegir a su sucesor. La noticia fue confirmada por el cardenal Kevin Joseph Farrell en un video difundido por la Santa Sede.
Más allá del impacto mundial que genera el fallecimiento de un pontífice, lo que sigue es una secuencia de rituales y decisiones que combinan lo espiritual con lo político. En el caso de Francisco, primer Papa argentino, su deceso abre el proceso conocido como “Sede Vacante”, que pone fin a su pontificado y da paso a la elección del nuevo líder de la Iglesia.
Pero, ¿cómo se elige un nuevo Papa? Esa es la pregunta que se hacen millones de fieles en este momento. Y aunque parezca algo arcano, el procedimiento está claramente establecido y lleno de simbolismo. Desde la confirmación de la muerte hasta el tradicional “Habemus Papam”, el proceso está cargado de historia, secretos y solemnidad.
El protocolo tras la muerte del Papa
Cuando un pontífice muere, no alcanza con que un médico declare su fallecimiento. Es el Camarlengo —actualmente Kevin Farrell— quien debe confirmar oficialmente la muerte. Lo hace llamando al pontífice por su nombre tres veces y tocándole la frente. Si no hay respuesta, pronuncia en latín: "Vere Papa mortuus est" (“El Papa ha muerto”).
Acto seguido, se procede a la destrucción del Anillo del Pescador, símbolo del poder papal. Se rompe con un pequeño martillo para evitar su uso indebido o falsificaciones de documentos. Con ese gesto, concluye formalmente el pontificado del fallecido.
Mientras tanto, el cuerpo del Papa es vestido con su atuendo litúrgico y colocado en la Basílica de San Pedro, donde los fieles pueden despedirse. El funeral suele extenderse varios días, con misas y ceremonias especiales. Cuando llega el momento del entierro, se lo coloca en tres ataúdes: uno de ciprés (humildad), otro de plomo (sellado hermético) y un tercero de roble (protección). Dentro se guarda un tubo con documentos de su pontificado y monedas conmemorativas.
El inicio del Cónclave
Con la Sede Vacante, el Vaticano queda bajo la administración del Camarlengo, quien convoca a todos los cardenales del mundo a Roma. La elección del nuevo pontífice se lleva a cabo en el famoso Cónclave —del latín cum clave, “bajo llave”— un ritual que se remonta al siglo XIII.
Solo los cardenales menores de 80 años pueden votar. Una vez reunidos, se encierran en la Capilla Sixtina, completamente incomunicados, sin celulares ni acceso a medios. Allí juran mantener absoluta confidencialidad sobre todo lo que ocurra durante el proceso. Cualquier filtración puede derivar en la excomunión del responsable.
Durante el Cónclave se realizan hasta cuatro votaciones diarias (dos por la mañana y dos por la tarde). Para que un cardenal sea elegido necesita alcanzar una mayoría de dos tercios. Tras cada ronda, las papeletas se queman: si no hay acuerdo, de la chimenea sale humo negro (fumata nera); si hay nuevo Papa, el humo es blanco (fumata bianca).
El momento del anuncio: “Habemus Papam”
Una vez elegido, el nuevo Papa debe aceptar el cargo y elegir el nombre con el que será conocido. Luego, desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, el cardenal protodiácono pronuncia la histórica frase: “Habemus Papam”, y presenta al nuevo pontífice al mundo.
A continuación, el flamante Papa imparte su primera bendición Urbi et Orbi (“a la ciudad y al mundo”), marcando así el comienzo de una nueva etapa en la Iglesia.
Nueve días de duelo: los Novemdiales
Tras el fallecimiento, se celebran los Novemdiales, nueve días de misas y ceremonias dedicadas a su alma y a acompañar el proceso de transición. Es un período de luto y oración, tanto en Roma como en las diócesis del mundo, mientras se aguarda la elección del nuevo sucesor.
En los próximos días, toda la atención estará puesta en el Vaticano. La historia vuelve a escribirse y el mundo católico espera, una vez más, la señal blanca que anunciará la llegada de un nuevo Papa.
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