En una ciudad como Buenos Aires, donde el bodegón forma parte del ADN gastronómico porteño, hay uno que logra destacarse no solo por su historia, sino también por la variedad de su propuesta. Se trata de La Isla Flotante, un bodegón con más de 75 años de trayectoria que supo aggiornarse sin perder la esencia: comida abundante, rica y a precios que no espantan la billetera.
Ubicado en el barrio de Villa General Mitre, este clásico se mantiene vigente gracias a una carta que mezcla platos tradicionales con opciones inesperadas. En este bodegón no hace falta elegir entre lo casero y lo moderno: conviven milanesas generosas, guisos bien servidos y versiones actuales de recetas de siempre, todo en un ambiente relajado y sin pretensiones.
Pero lo que verdaderamente hace especial a La Isla Flotante es su capacidad de adaptarse sin abandonar su alma de bodegón de barrio. Lejos de ser un restaurante de moda, mantiene ese espíritu familiar de las mesas largas, el mozo de confianza y la comida hecha con dedicación.

Una carta que sorprende y se renueva
En este bodegón, el menú se construye con el equilibrio justo entre tradición y diversidad. A la par de las empanadas, tortillas y estofados que uno esperaría en un lugar con tanto recorrido, aparecen platos con sabores más livianos pero igual de sabrosos: pastas rellenas con verduras, guisos de lentejas bien especiados y milanesas que no necesitan carne para ser un manjar. En el menú destaca una buena proporción de platos vegetarianos y veganos.
La propuesta no se queda ahí. También hay platos con influencias de la cocina paraguaya, como la sopa paraguaya o el mbejú, que suman matices interesantes a la experiencia. Esa mezcla de lo familiar con lo novedoso es lo que mantiene al bodegón como un favorito entre quienes buscan algo más que lo de siempre, sin alejarse del sabor auténtico.

Y si de motivos para volver se trata, los precios son un gran aliciente. La Isla Flotante logra algo cada vez más difícil en Buenos Aires: ofrecer platos bien servidos, con buena materia prima y sin que haya que romper el chanchito para pagar la cuenta. Un verdadero hallazgo en tiempos de bolsillos ajustados.
Cómo llegar a este bodegón imperdible
El bodegón queda en la calle Dr. Luis Beláustegui 396, un punto bien conectado con el resto de la ciudad. Si estás en Constitución, por ejemplo, podés tomarte el colectivo 53A, hacer una combinación con el 42A, bajar en Acoyte y caminar apenas tres cuadras. Y ya estás ahí, en una esquina donde la buena comida nunca pasa de moda.

Con su ambiente de mesa larga y carta versátil, La Isla Flotante demuestra que los bodegones porteños pueden evolucionar sin dejar de ser fieles a sí mismos. Y en esa mezcla de historia, sabor y calidez, está la clave de su encanto.