Si estás buscando una escapada que combine tranquilidad, historia y playas inmensas, Mar del Sud (también conocida como Mar del Sur) es una opción que no falla. A menos de 500 kilómetros de la Capital Federal, esta villa balnearia del Partido de General Alvarado parece detenida en el tiempo, con su ritmo sereno, sus casas de época y un paisaje que todavía se permite el lujo del silencio. No hay shoppings ni semáforos, pero sobran los atardeceres dorados y las caminatas por arenas gruesas repletas de caracoles y piedras.
En Mar del Sud, cada detalle tiene algo de postal: desde las ovejas pastando entre los campos hasta las calles de tosca que se cruzan con una única avenida pavimentada. Todo invita a bajar un cambio. Este rincón costero surgió oficialmente en 1889, aunque su historia se remonta a mediados del siglo XIX, cuando la familia Otamendi adquirió estas tierras aún dominadas por médanos y soledad. Hoy, todavía conserva esa impronta agreste, ideal para una escapada sin apuro ni pretensiones, donde el descanso se vive a otra velocidad.
Además de playas amplias y casi vírgenes, Mar del Sud ofrece una serie de atractivos que hacen de cada visita una experiencia con peso propio. Desde la mítica “Casa de los Caracoles” hasta el histórico (y algo fantasmagórico) Hotel Boulevard Atlántico, el lugar combina naturaleza con relatos que parecen sacados de otra época. Una escapada a este destino no es solo mar y sol, sino también una oportunidad para reconectar con la historia, con uno mismo y con un paisaje que todavía resiste a la vorágine turística.
Un paraíso costero de fácil acceso
Llegar a Mar del Sud no es complicado, aunque sí es parte de la experiencia. Desde Buenos Aires, hay varias rutas posibles que bordean campos y pueblos hasta desembocar en esta villa costera, ubicada entre los arroyos La Tigra y La Carolina, a solo 17 km de Miramar. La ruta provincial 11 es el acceso más directo y asfaltado, mientras que otros caminos de tosca y tierra conservan ese aire de travesía que le da un sabor especial a la escapada.
La distancia desde la Capital Federal es de unos 472 km, mientras que desde Mar del Plata son poco más de 60 km. Si se viaja desde la zona sur del conurbano, el trayecto varía entre 447 y 498 km, dependiendo de la ruta elegida. Lo cierto es que una vez que se pisa la arena de Mar del Sud, el esfuerzo vale la pena: no hay tráfico, no hay apuros, solo mar y horizonte.
Playas, pesca y mucho más
Uno de los grandes encantos de Mar del Sud son sus playas extensas y tranquilas, sin grandes desniveles, ideales para disfrutar en familia o en solitario. El mar se mezcla con los cursos de agua dulce de los arroyos cercanos, creando un entorno natural poco habitual en la Costa Atlántica. Esta escapada también permite disfrutar de la pesca, especialmente en el arroyo La Carolina, o descubrir la Laguna La Ballenera, un reservorio natural de vegetación nativa.
Pero no todo es arena y agua. También hay propuestas culturales y patrimoniales para quienes buscan sumarle algo más a la experiencia. La Capilla de la Divina Pastora es uno de esos espacios que reflejan la identidad del pueblo, mientras que la Estancia La Eufemia ofrece una mirada al pasado rural de la zona. Y si de postales únicas se trata, la ya mencionada “Casa de los Caracoles” —decorada con miles de conchillas— es una parada infaltable.
El misterio del Hotel Boulevard Atlántico
Toda escapada a Mar del Sud tiene que incluir una visita al legendario Hotel Boulevard Atlántico. Su silueta imponente a metros del mar recuerda los sueños de grandeza de una Argentina que ya no existe. Fue construido a fines del siglo XIX con materiales traídos desde Mar del Plata en carreta, pensado para recibir a las familias más pudientes del país. Tenía salones de baile, cine, ruleta, canchas de tenis y fútbol, y un aire europeo que contrastaba con la rusticidad del entorno.
Sin embargo, la historia fue otra. El ferrocarril nunca llegó, los veraneantes tampoco, y el hotel cayó en el abandono. Entre incendios, tornados y usurpaciones, su estructura fue perdiendo el esplendor original. Hoy, declarado Monumento Histórico Municipal, permanece cerrado, pero su sola presencia habla de un pasado tan ambicioso como melancólico. Es, sin dudas, uno de los íconos más potentes de esta escapada costera.
Comer, caminar y disfrutar
Para quienes eligen una escapada con sabor local, Mar del Sud también ofrece lo suyo. En sus paradores y restaurantes se pueden probar platos a base de mariscos, carnes asadas y productos regionales, con el plus de estar frente al mar. Además, hay caminatas guiadas para conocer los alrededores y eventos organizados por el Parador Mariyu, donde no faltan la música, la gastronomía y las actividades recreativas.
Mar del Sud es uno de esos destinos repletos del encanto propio de encontrar, entre tanto acelere, un sitio que permanece natural y pacífico. Una escapada acá es sinónimo de aire puro, de historias por descubrir y de un mar que, sin multitudes, invita al encuentro más genuino con la naturaleza y la memoria. Y es que, además, irse a la playa en otoño adquiere otro sabor: el de las caminatas, los atardeceres y la calma, especialmente en un destino como este. ¿Y si lo visitás este fin de semana largo?
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