La salsa blanca es una de esas preparaciones clásicas que no pasan de moda y que resuelven más de una comida con pocos ingredientes y en cuestión de minutos. Conocida también como bechamel, su origen se remonta a la cocina francesa del siglo XVII, aunque en la mesa de los argentinos ya se volvió parte del repertorio casero de todos los días. Desde una lasaña hasta una simple tarta de verdura, esta salsa es sinónimo de calidez, sabor y practicidad.
En nuestro país, la salsa blanca es una aliada incondicional de los platos al horno: pastas gratinadas, verduras cocidas, pescados, croquetas o incluso un buen plato de fideos si se quiere salir del paso sin resignar sabor. Su textura cremosa y su sabor neutro pero sabroso hacen que combine con casi todo, y se le puede dar un giro con queso rallado, nuez moscada o pimienta negra, según el gusto de cada uno.
Además, es una preparación ideal para quienes están empezando a cocinar o necesitan una receta rendidora y sin complicaciones. Lo mejor es que se hace con lo que hay en cualquier heladera: manteca, leche y harina. Y si bien la versión clásica lleva lácteos, también existen alternativas veganas que funcionan bárbaro y permiten disfrutar de la misma textura y versatilidad.
Receta de salsa blanca paso a paso
Ingredientes (para unas 2 tazas):
- 2 cucharadas de manteca
- 2 cucharadas de harina común
- 2 tazas de leche
- Sal, pimienta y nuez moscada a gusto
Preparación:
- En una olla chica, derretí la manteca a fuego medio.
- Agregá la harina de golpe y revolvé enérgicamente con cuchara de madera o batidor de alambre, hasta que se forme una pasta suave (esto se llama roux).
- Cociná esa mezcla uno o dos minutos sin dejar de mover, para que pierda el gusto a crudo.
- Incorporá la leche de a poco, sin dejar de batir para que no se formen grumos.
- Seguís revolviendo hasta que espese y tome una consistencia cremosa, unos 5 a 7 minutos.
- Condimentá con sal, pimienta y un toque de nuez moscada.
¡Y listo! Con esta salsa blanca podés cubrir unos canelones, una coliflor al horno o una pechuga de pollo, y transformar cualquier plato en algo especial.
Opción vegana para disfrutar sin lácteos
Para quienes prefieren una versión sin ingredientes de origen animal, también hay una forma simple de hacer salsa blanca vegana sin resignar sabor:
Ingredientes:
- 2 cucharadas de aceite vegetal (ideal de girasol o coco neutro)
- 2 cucharadas de harina
- 2 tazas de leche vegetal (soja, avena o almendra sin azúcar)
- Sal, pimienta, nuez moscada o levadura nutricional para dar más sabor
El procedimiento es el mismo que el de la receta clásica: primero se calienta el aceite, se agrega la harina, se cocina un poco y después se incorpora la leche vegetal de a poco, siempre mezclando para que no se corte. El resultado es una salsa blanca cremosa y liviana, apta para todo tipo de preparaciones.
Ya sea con manteca y leche de vaca, o en su versión vegana, la salsa blanca es una receta que siempre viene bien tener a mano. Porque con un poco de harina y creatividad, se puede levantar cualquier plato sin gastar de más ni pasar horas en la cocina.
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