El futuro, hoy por hoy, es apocalíptico. Desde principios de los 90s se viene pensando al techno como una música sin humanos que funda distopías a cada BPM (los beats por minuto que crean el ritmo). Pensado para sonar es espacios amplios (en principio galpones y fábricas abandonadas en la era posindustrial), las rave siguen sumergiendo en estados alterados a todos sus concurrentes.
El nombre de la fiesta cierra perfecto para explicar a TANYA, el disco de Juana Rozas, que se acerca a la locura desde lo más oscuro y avasallador del género, un hard techno industrial al que se le suman unas letras lúgubres, pero que no escatima en la mezcla con más influencias. "Me interesa la locura… la ansiedad, los ataques de pánico, que es la locura generalizada de hoy. Quise volcar eso en el sonido y en lo visual", dice la artista.
TANYA, de terror
Directo de una película de terror Clase B de Ed Wood se alza TANYA de entre los muertos. La primer escena la tiene a ella haciendo una zombie walk que podría ser un homenaje a La noche de los muertos vivientes o a cualquiera de las posteriores-; eso, más su estética a lo Vampira de la actriz de los 50s Maila Nurmi, son las primeras referencias del nuevo disco de Juana Rozas.
La influencia del cine de terror es grande (más adelante hay un duelo tarantinesco entre ella y Marttein para la canción que comparten) y la atmósfera desoladora del Hipódromo de La Plata, lugar donde filmaron el corto para el disco, es el escenario perfecto para la representación del glamour podrido de Tanya, una vampira tana inspirada en el personaje Tanya McQuoid de la serie The White Lotus.
"Tanya McQuoid, que es el personaje más increíble que vi en mi vida y empecé a jugar con su nombre. Antonio fue lo primero que apareció (su interés amoroso, por el que está deslumbrada). La cosa de la boca haciendo piquito, el trabajo con la voz, los ojos... es una volada", explica Juana Rozas sobre la composición del personaje para el disco, donde usó su conocimiento de actriz para aprender el método de la yankee genial Jennifer Coolidge. A eso le sumó otras referencias, como el parche en el ojo de Janine en The Handmaid's Tale, que inspiró el ojo perdido.
El resultado de terror y camp da vamp, un subgénero que se creó en las novelas PULP, el Vampire Pulp Fiction, y que el cine PULP explotó con su bajo presupuesto, su utilería, su contenido bizarro, y, por supuesto, un imaginario queer. Una descripción que le queda bien a Tanya, que ya transformada, gestualiza como si tuviera una parálisis facial y tiene un peinado de las Ronnettes que le suma el imaginario de las girl bands de los 60s.
Tanya encerrada en el hotel
Al mejor estilo McQuoid, TANYA confía en su burbuja de encanto, viaja al hotel cinco estrellas esperando encontrarse con Antonio y su deseo de confort y aventura -la experiencia que te promete un hotel moderno- es lo que la lleva a insistir hasta el final en la creencia en su propia fantasía, aunque todo alrededor se esté pudriendo "está todo oscuro en el hotel // por la ventana no puedo entrar / ¿qué? Antonio ya hizo el check-out". El Wanna Hotel parece más el Hotel Overlook de The Shinning que el White Lotus, y la pseudociudad de almas errantes que lo circundan lo demuestra.
El peligro es inminente pero Tanya está cegada por su estado mental "dentro de mi mente / perdí para siempre / estoy pero ausente // como una inocente" y por el interés que le produce Antonio. En "Tu Amiga Tanya" alguien la entrevista, como en el mejor talk show, y ella responde "Antonio es un gran amigo, seguro estará mirando, te quiero mucho Antonio".
Después le propone una velada romántica, a pesar de saber que es un peligro "Ey, Antonio, nos vamos a la playa / no me hagas una escena / me quedaron secuelas", la fantasía puede más. La palabra fantasía invoca a Santi Motorizado, con quien suma en el disco la balada cursi que lo caracteriza.
La tercera colaboración es con la enfermera Chita, que como las de Silent Hill es siniestra y sensual. Ella se encarga del último golpe, la escena gore en la que le saca el ojo con un escalpelo, un castigo acorde para acomodar el vicio y demostrar que no se puede seguir los deseos y los excesos sin pagar el precio.
Cómo nació TANYA de Juana Rozas
En las 13 canciones que explican a TANYA, una loca romántica e ilusa, Juana Rozas se para en el hyperpop para desde ahí hacer otros géneros, rock, baladas, trap. Su disco anterior, Vladi (por Vladimira, otra personaje de la autoría de Juana) nació en pandemia, compuesto en soledad y en la experimentación con la computadora; influenciado por la escena urbana local que crecía y el artista español Rojuu, que con su disco Roku Roku le marcó el camino.
En paralelo, se puso a investigar el universo de la electrónica, un interés que le nació en solitario -hasta hace poco nunca había pisado una rave- pero que fue creciendo a lo largo de los años. Tanya, como personaje, existe desde antes que Vladi, pero el sonido que necesitaba para salir a la luz lo encontró y desarrolló ahora, con el hardcore. Ahora Juana se consolidó en la escena techno porteña y queer y la llaman para tocar en fiestas del género.
De dónde viene Juana Rozas
A los 13 empezó clases de guitarra, pero ya cantaba en su casa. A los 15 entró al primer conservatorio, algo que probó y dejó varias veces más. En la orquesta de la escuela a la que fui tocaba un instrumento poco familiar, el glockenspiel, algo parecido a un xilofón de metal.
Tuvo bandas de todo tipo, electropop, rock, soul, r&b, jazz, donde cantaba o tocaba la guitarra, instrumento que la acompaña hasta hoy. "Era la típica que llevaba la guitarra a las juntadas. Fumaba un porro y flasheaba con Spinetta", cuenta sobre sus intereses más primigenios. Pasó por artes visuales, donde aprendió a pintar. Vladi es su primer disco, de 2022.
Juana Rozas presenta TANYA el 29 de mayo en Niceto Club, las entradas se consiguen a través de la página web de Passline.
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