¿Y si la pizza no llegó lista desde Italia? Esa es la pregunta provocadora que guía La Boca, pizza, cocina, identidad, el libro del investigador gastronómico Jorge D’Agostini. Lejos de repetir la idea de una “herencia italiana pura”, el autor indaga en el verdadero origen de algunos de los platos más populares del país, como la fugazza o los clásicos fideos con tuco.
A lo largo de diez capítulos y casi 400 páginas ilustradas con fotografías, mapas y piezas históricas, D'Agostini demuestra cómo estos sabores fueron construidos en los conventillos, los bodegones y las cocinas colectivas del sur porteño.
El corazón del relato es el barrio de La Boca. Mucho antes de ser una postal turística, fue un importante sector cultural donde inmigrantes, trabajadores, amas de casa y artistas dieron forma a una identidad culinaria única. “La pizza nacida en La Boca no responde a una receta traída tal cual desde Europa. Es una creación local, viva, forjada en su propio territorio”, afirma D’Agostini.

La obra establece un paralelismo entre Nápoles y La Boca, dos puertos atravesados por movimientos migratorios similares, pero con desarrollos culturales propios. En este cruce, D’Agostini destaca el papel clave de figuras como Benito Quinquela Martín y la influencia del entorno popular que rodea a la cancha de Boca, donde la pizza se consolidó como símbolo de pertenencia.
La Boca, pizza, cocina, identidad es un libro para disfrutar con los sentidos. “La cocina argentina necesita revisar sus mitos para construir un relato auténtico. Muchos de nuestros platos no fueron importados: fueron creados acá, con lo que había, con lo que somos”, concluye D’Agostini.
