La apertura comercial impulsada por el Gobierno ha generado un giro significativo en el mercado de la ropa: por primera vez, las prendas importadas tienen mayor participación que las de producción nacional. Esta situación encendió las alarmas en la industria textil, que enfrenta una pérdida sostenida de competitividad frente a productos del exterior, favorecidos por menores precios y un entorno regulatorio más laxo.
De acuerdo con datos de la Fundación ProTejer, las importaciones de ropa y textiles para el hogar crecieron un 86% y 109% interanual en volumen durante el primer trimestre de 2025, alcanzando cifras récord. Además, el auge de las compras online desde el exterior obligó a ampliar la infraestructura en los aeropuertos para hacer frente al aumento de envíos por courier. Actualmente, el 67% de las prendas consumidas en el país son importadas, frente a un 33% de origen local, y en los shoppings la proporción de ropa importada asciende al 75%.
Desde la entidad advierten que esta tendencia refleja una crisis estructural en el entramado productivo local. Las empresas del sector enfrentan cierres, pérdida de empleo y una “racionalización forzada” ante una competencia desigual, impulsada por políticas económicas que redujeron los aranceles e incrementaron la exposición a productos extranjeros.
La baja en los precios de las prendas importadas también genera sospechas de subfacturación. Según ProTejer, los tejidos de punto ingresaron al país en el primer trimestre a un precio FOB 45% más bajo que el promedio del período 2015–2024. Esto coincide con la eliminación de controles aduaneros y valores criterio que antes funcionaban como precios de referencia para detectar operaciones irregulares.

Las causas del fenómeno incluyen, además de la flexibilización aduanera, la apreciación del peso, la reducción de aranceles, que bajaron del 35% al 20% para indumentaria y calzado, y la sobreoferta internacional. Estos factores explican por qué, aunque las cantidades importadas casi se duplicaron, el valor en dólares subió en menor proporción.
En cuanto a los precios locales, la ropa subió por debajo de la inflación: entre diciembre de 2023 y marzo de 2025, el rubro indumentaria y calzado aumentó un 92%, frente a una inflación general del 136%. Según ProTejer, esto no es producto de una mayor competencia sino de la caída del consumo interno, que afecta la rentabilidad del sector al elevar los costos unitarios.
Finalmente, la fundación aclaró que el 80% del precio de una remera premium en un shopping no está vinculado a la producción. Los impuestos, costos financieros, alquileres y otros gastos explican la mayor parte del valor final, dejando a la industria textil con apenas el 8% del precio total, lo que complica aún más su sostenibilidad.