La forma de sentarse a hacer música cambió para JAZE en su tercer y último disco de estudio, Quizá no es para tanto, que toca en vivo por primera vez el próximo 8 de julio. Con los años, -ahora ya tiene 25-, el chico peruano que ganó reconocimiento internacional de forma casi desprevenida después de ganar una batalla de gallos de Red Bull haciendo freestyle, tiene método nuevo.
Después de su paso por las batallas de gallos, un momento en su carrera que nació de lo que para él fue "una necesidad", cuando a los 15 años, jugando al fútbol en una plaza con amigos se cruzó con un grupo de chicos que estaba improvisando y probó -una cosa que le cambió la vida en términos artísticos y personales-, Quizá no es para tanto explora un costado más abstracto.
En sus discos anteriores, el título y la identidad de las canciones venían primero, y la composición estaba predeterminada por el concepto que Jaze, el nombre artístico de Juan Carlos Iwasaki La Puente, buscaba desplegar.

Cómo se terminó de formar Quizá no es para tanto, un disco sobre la resiliencia
Quizá no es para tanto, a diferencia de los anteriores Personalidad 7 y Toy Lokazo, es un disco que nació del desorden; hecho con recortes de su vida entre Perú y Argentina, cada uno con su estado de ánimo, que se tradujeron en canciones. "No le miento a mamá la escribí a los 20, cuando recién me había mudado solo. Las consecuencias habla sobre las consecuencias de estar a mi lado", críptico.
Hoy, atravesando otra etapa de la vida, ya establecido en Buenos Aires hace dos años, dice: "Yo escucho esas canciones y pienso 'mierda, qué me pasó'" y le cuesta identificar a su versión actual con el Jaze de 2021, pero como considera valioso su trayecto emocional, muchas de estas canciones terminaron por ser partes imprescindibles del disco. Se trata de una época distinta, de madurez y crecimiento, y sobre su trabajo dice, "siento que pude conectar con el mensaje de la canción y nombre del disco y me emociona que ya esté al alcance de todo el mundo. Lo que más me cautiva es que siempre hice algo honesto".
La construcción del álbum se hizo sobre la marcha, después de lanzar varios singles, hasta que Jaze encontró el hilo conductor que pasaría a identificar todo el disco. El nombre del álbum se lo dio su canción QNEPT, que es el acrónimo del título. "Yo me identifiqué siempre con esto pero en este disco aprendí a quitarle peso. Justamente 'Quizá no es para tanto' es un mensaje a la ansiedad. Ante el monstruo de la ansiedad, contra el dolor y ese momento en el que está todo nublado y parece no haber nada que te haga ver la luz. Es un disco de aprendizaje", explica.
Hablar sobre la capacidad de poner la otra mejilla, la importancia de sus afectos en Perú, que lo anclan al presente, es la búsqueda de Quizá no es para tanto; despegando los pies de la tierra para ponerse más poético, distinto de la de la literalidad que necesitaba el rap; aunque la metodología que le dio la improvisación es algo que conserva para todos sus trabajos, "este disco no se podría haber hecho sin el rap. Tengo una forma de cantar que no es propia de un cantautor que no haya rapeado", cuenta.
Además, el freestyle es lo que le permitió alcanzar reconocimiento internacional, y cuenta que le dio experiencia y lo ayudó a encontrar cada vez más lo que lo representa, "llegar a la raíz". Sus fans de la época del rap son fieles y acompañan sus proyectos hasta el día de hoy.
Sumado a esto, la experiencia en su Perú natal es central: esta herencia afectiva también está marcada por su estadía en Miraflores, en Lima, donde vivía a pocas cuadras del mar: "Soy un chico de la playa, estoy acostumbrado a eso, estando acá (en Buenos Aires) escribí pensando en los momentos cercanos al mar, iba escribiendo y no me daba cuenta de que siempre estaba el mar presente. Siempre estoy pensando en él, algo me inspira a ir ahí".
Una vida marcada por la experimentación musical
Más allá del mega éxito en la escena local que Jaze obtuvo en 2018 cuando ganó la competencia Red Bull Regional y después internacional, cuando en 2019 ganó el premio mundial en la God Level, lo cierto es que toda su infancia estuvo influenciada por la música, gracias al trabajo de su padre, músico de profesión, que inventó un método para enseñar en los "nidos", que en Argentina son los jardines de infantes, que consistía en llevar un instrumento nuevo a las salas de niños todas las semanas y tocar las canciones que les pidieran los niños.
Este acercamiento lúdico a la música continuaba cuando su padre llegaba a su casa del trabajo y le permitió incorporar una forma instintiva de aprender a tocar instrumentos: años después, toca de memoria la guitarra, el bajo, el piano y la batería, su instrumento de cabecera. Sobre esto, cuenta, "la música es el lugar seguro para expresarse y para ser uno mismo".

Sobre su proceso creativo dice abiertamente, "compongo porque viene una idea, empiezo a escuchar en mi mente una melodía, y pienso que la canción se empieza a completar sola. Es 'fácil' continuar una canción si ya tenés los conocimientos, si sabés los acordes, pero siento que las canciones tienen alma y empezar por ahí sería matarla. Hacer canciones, para mí, no es solo saber organizar una secuencia de acordes y ponerle una letra".
Para la producción del disco Jaze trabajó con Nicolás Btesh y Diego Mema, Ezequiel Kronenberg, responsable de la mezcla y Francisco Holzmann y Javier Fracchia, quienes hicieron la masterización y lo presenta el 8 de julio en Niceto. Las entradas se consiguen en la página oficial de Passline.
Foto portada: Prensa Sony