Una obviedad para cualquiera que vive en Argentina y gasta su propio dinero: los billetes de 1.000 no dan para más. En un país donde la inflación alta ya es costumbre, el billete de mayor denominación, que vale cada vez menos, obliga a ir al cajero antes de realizar casi cualquier intercambio.
El gobierno, acostumbrado a anticiparse a los problemas de los ciudadanos, empezó a discutir la posibilidad de, por fin, emitir un billete de 5.000 pesos, que pasaría ser más grande. Apenas pasaron cinco años desde que se inventó el de 1.000.
Aparentemente, comenzaron conversaciones entre funcionarios de los distintos organismos estatales involucrados en la decisión (el Ministerio de Economía, el Banco Central y la Casa de la Moneda) para comenzar a imprimir un nuevo billete. Sin embargo, según informó Infobae, aún no se habla de ningún valor en particular.
Los últimos meses, las cámaras bancarias ya venían reclamándole al gobierno que tome una medida de este tipo, para bajar el costo logístico que implica para los bancos mover semejante cantidad de billetes hacia los cajeros, con el gasto extra en seguridad que esto significa. Sin embargo, el gobierno tiene un buen motivo fiscal para mantener los billetes de baja denominación: son un incentivo hacia el gasto de dinero electrónico, que queda registrado y es en blanco.
En noviembre del 2017, cuando salió por primera vez a la calle, la canasta básica estaba en 16.027 pesos. En noviembre del 2022, en cambio, fue de 145.948 pesos.
Sin embargo, desde que Sergio Massa cambió la dirección de la Casa de la Moneda, poniendo a Ángel Mario Elettore por Rodolfo Gabrielli, la situación viró. Ahora, parece que podría concretarse el cambio que buscan los bancos, y muchos ciudadanos, en los billetes.
Para entender cuánto valor perdió el billete de 1.000, no hace falta más que recordar que en noviembre del 2017, cuando salió por primera vez a la calle, la canasta básica estaba en 16.027 pesos. En noviembre del 2022, en cambio, fue de 145.948 pesos.
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