El papa Francisco fue dado de alta del hospital Gemelli de Roma en el que permanecía desde el miércoles por una bronquitis. Habiendo evolucionado favorablemente, se encuentra en buen estado de salud y oficiará la misa del domingo de Ramos como tenía previsto.
El papa Francisco ingresó el miércoles al hospital Gemelli por dificultades respiratorias y fue sometido a una serie de estudios tras los cuales se confirmó que padecía una bronquitis infecciosa. Por ese entonces, la prensa del Vaticano indicó que el cuadro de salud del pontífice requería "unos días de tratamiento médico hospitalario adecuado", pero desde el principio aseguraron que evolucionaba favorablemente.
De esta manera, después de pasar tres noches en el policlínico, el papa lo abandonó pasadas las 10 de la mañana, hora italiana. A su salida, bajó del auto con ayuda de un bastón para agradecer a los fieles y responder algunas preguntas a los periodistas. “Aún estoy vivo”, dijo cuando le preguntaron cómo se sentía, y agregó riendo: “Una vez, un viejito, más viejo que yo, después de una situación parecida dijo 'padre, yo a la muerte no la vi, per la vi venir y es fea, eh'”.
Además, Francisco explicó: “Sentí un malestar, es como cuando te duele el estómago, tuve un malestar", pero recalcó que no sintió miedo. Mientras estuvo en el hospital, según informaban sus acompañantes, el papa leyó los diarios, rezó en la capilla e inclusó cenó pizza con los médicos. Asimismo, visitó ayer a los niños de la unidad de Oncología Pediátrica y Neurocirugía infantil y hasta bautizó a un bebé.
A su salida del Gemelli elogió el trabajo de los médicos y enfermeros, le firmó el yeso a un chico y abrazó a una pareja que la noche anterior perdió a su hija de cinco años. El pontífice rezó con ellos y bendijo a la niña. Por último, confirmó que mañana estará en la Misa de Ramos en la Plaza San Pedro.
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