Si hay algo que nos representa a los argentinos es el amor por los sándwiches de miga. Ya sea para un cumpleaños, una reunión de trabajo o simplemente para darse un gusto, este clásico infaltable en cualquier mesa tiene su templo en una confitería con casi un siglo de historia que sigue conquistando el corazón de Buenos Aires.
Los sándwiches de miga son un invento bien nuestro, con raíces en la pastelería europea pero adaptados al gusto local. Suaves, ligeros y siempre frescos, son ideales para cualquier ocasión. La clave está en el pan: finito, sin corteza y perfectamente equilibrado con los ingredientes. Aunque el de jamón y queso es el más popular, las combinaciones son infinitas, permitiendo jugar con sabores y texturas.
La Bristol: 94 años de tradición y sabor
Fundada en 1931 por una pareja de inmigrantes españoles, la confitería Bristol se ganó su lugar en la ciudad con una receta que se mantiene intacta: pan fresco, ingredientes de primera y una preparación artesanal que respeta la esencia de este manjar porteño.

Uno de sus secretos mejor guardados es la posibilidad de elegir el grosor del pan, un detalle que los clientes fieles valoran como parte de la experiencia. Además, la calidad de sus materias primas, como el jamón natural y los quesos seleccionados, hacen que cada bocado sea una delicia.
Los sándwiches de miga que tenés que probar
Si bien el clásico de jamón y queso nunca falla, la Bristol también ofrece opciones que sorprenden:
- Queso azul con apio, jamón crudo y queso.
- Queso con palta o remolacha (opción veggie).
- Salame de Milán con queso.
- Queso y huevo.

Aunque su especialidad son los sándwiches de miga, en sus vitrinas también se pueden encontrar medialunas, facturas de manteca y otras delicias que complementan la propuesta.
Dónde queda la confitería Bristol
Ubicada en Esmeralda 1259, en pleno barrio de Retiro, la confitería Bristol abre sus puertas todos los días de 8 a 20 hs. Ya sea para llevar o para disfrutar en el local, sus sándwiches de miga siguen siendo un símbolo de la ciudad y un testimonio de que algunas tradiciones nunca pasan de moda.
