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Tecnología

El progreso tecnológico en Argentina: entre innovación y nuevas fronteras digitales

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En los últimos años, Argentina ha experimentado una evolución tecnológica no lineal, marcada por impulsos prometedores y retrocesos causados por la crónica inestabilidad económica y política. En un mundo donde la innovación avanza a gran velocidad, el país se encuentra en una posición ambivalente: por un lado, actúa como un importante centro de adopción e implementación de tecnologías avanzadas; por otro, le cuesta consolidarse como un verdadero polo productivo y creativo, capaz de generar innovación propia de forma sistémica y estructurada.

Hoy, en junio de 2025, Argentina se presenta como una nación que absorbe tecnología, que la integra con cierta rapidez en sectores clave como las finanzas, la agricultura y el entretenimiento, pero que aún debe superar su mayor desafío: convertirse en protagonista en la creación.

Un ecosistema tecnológico que crece de forma intermitente

El tejido tecnológico argentino gira en torno a ciertas áreas de excelencia, como el sector de las tecnologías de la información (TI), que sigue atrayendo inversiones extranjeras y exportando software, especialmente hacia América del Norte y Europa. Ciudades como Buenos Aires, Córdoba y Rosario albergan cientos de start-ups y pymes que desarrollan soluciones en ámbitos como la computación en la nube, la inteligencia artificial y la ciberseguridad.

Según los datos de 2024, el país exportó software por un valor aproximado de 2.500 millones de dólares, con un crecimiento del 8 % respecto al año anterior. Sin embargo, estas cifras, aunque positivas, deben interpretarse dentro de un contexto crítico: la inflación se mantiene por encima del 100 %, la fuga de cerebros es constante y la desigualdad en la distribución de competencias digitales —sobre todo entre la capital y las provincias— sigue siendo muy marcada.

El sector público no proporciona un impulso lo suficientemente fuerte. Los recortes presupuestarios impuestos por el gobierno han provocado una drástica reducción del personal científico y universitario, ralentizando también la formación de nuevas generaciones de innovadores. La proporción del PIB destinada a la investigación científica descendió en 2025 hasta el 0,15 %, el nivel más bajo registrado.

La tecnología en los sectores productivos: automotriz, agricultura y litio

Las industrias tradicionales en Argentina están atravesando un proceso de digitalización fragmentado pero relevante. La industria automotriz, en particular, recibe inversiones de actores globales como Toyota, Stellantis y Renault, interesados en la producción local tanto para exportación como para la expansión en Sudamérica. Ya se han iniciado las primeras líneas de producción de autobuses eléctricos y componentes inteligentes, pero la falta de infraestructuras digitales y energéticas adecuadas está frenando el avance.

En el sector agrícola, Argentina reafirma su vocación histórica pero también busca reinterpretarla desde una perspectiva tecnológica. La adopción de sensores inteligentes, drones y software predictivo mejora el rendimiento de las cosechas, gracias en parte al trabajo de entidades públicas como el INTA. Sin embargo, la escasez de financiamiento amenaza la continuidad de los proyectos más avanzados.

Una de las verdaderas apuestas a futuro está en el litio. Argentina forma parte del llamado “triángulo del litio” y aspira a convertirse en un centro de referencia para la extracción directa y ecológica de este mineral estratégico. El acuerdo firmado entre Y-TEC (YPF) y la empresa israelí XtraLit para la extracción directa de litio representa un paso importante en esa dirección, pero sigue tratándose de iniciativas aisladas y altamente dependientes de inversores extranjeros.

Fintech, inteligencia artificial y energía nuclear: las nuevas fronteras

Donde Argentina muestra signos de mayor dinamismo es en el mundo fintech. Las plataformas de pago digital, los monederos electrónicos, las criptomonedas y las soluciones de banca instantánea están ampliamente difundidas, impulsadas por la penetración masiva de smartphones y la necesidad de los ciudadanos de protegerse de la volatilidad del peso argentino. El gobierno, pese a su retórica liberal, ha mantenido algunos incentivos fiscales para el sector.

En cuanto a inteligencia artificial, el proyecto más ambicioso es la creación de una “Nuclear City” capaz de alimentar centros de datos dedicados a la IA mediante energía nuclear limpia y constante. Se trata de una iniciativa impulsada por el gobierno de Javier Milei que ya ha captado el interés de fondos estadounidenses y que, de concretarse, podría convertir a Argentina en un polo continental para el procesamiento de datos a gran escala.

No obstante, también en este ámbito, los recortes presupuestarios a universidades y organismos públicos de investigación plantean serias dudas sobre la capacidad del país para sostener un ecosistema de inteligencia artificial con recursos y talentos locales, sin depender por completo del extranjero.

Cuando la tecnología se convierte en entretenimiento

Uno de los ámbitos más visibles en los que el progreso tecnológico ha dejado huella es el del entretenimiento digital. En los últimos años, los argentinos han incrementado exponencialmente el tiempo dedicado a los contenidos en línea, y en particular a las plataformas de juego. El segmento de las slots online se ha convertido en una de las formas de ocio más buscadas. El mercado superó los 1.300 millones de dólares en 2025 y mantiene un crecimiento constante, impulsado por la facilidad de acceso a través de dispositivos móviles, la integración con métodos de pago electrónicos y una regulación cada vez más clara a nivel provincial.

La provincia de Buenos Aires es la más activa en este sentido, aunque también Mendoza, Córdoba y Santa Fe están avanzando en la concesión de licencias digitales. La tecnología no se limita al consumo: el desarrollo mismo de plataformas locales y soluciones integradas —como el streaming en vivo, la inteligencia artificial para optimizar la experiencia del usuario o la realidad aumentada— representa una nueva frontera para las start-ups argentinas que desean ingresar al universo del iGaming. Además, este sector ha generado empleo para desarrolladores, diseñadores, especialistas en marketing y atención al cliente, actuando como un puente entre el mundo del entretenimiento y el universo más amplio de la tecnología aplicada.

¿Un país que recibe o que innova?

La gran pregunta sigue abierta. Argentina cuenta con una importante tradición científica y algunos centros de excelencia que no tienen nada que envidiar a los países del Norte global. Al mismo tiempo, la mayoría de las tecnologías más avanzadas proviene del exterior: el país las absorbe, las adapta, las aprovecha, pero rara vez logra escalarlas o exportarlas a gran escala.

Sin embargo, existen excepciones. El caso de Globant —un unicornio argentino activo en el sector de la inteligencia artificial y el desarrollo de software— demuestra que, con las condiciones adecuadas, una empresa tecnológica nacional puede posicionarse con éxito en los mercados internacionales. Lo que falta, sin embargo, es un ecosistema coherente que multiplique estos casos, que los convierta en norma y no en excepción.

“La tecnología es ya parte integral de la sociedad”

Para comprender mejor la dirección que podría tomar el país, recogimos la opinión de la profesora Valeria Levi, química y docente en la Universidad de Buenos Aires: “La tecnología ya no es un ámbito separado: es la estructura misma de nuestra vida cotidiana. Desde el trabajo hasta el tiempo libre, desde la salud hasta la educación, todo está atravesado por lo digital. Si seguimos desinvirtiendo en investigación, en educación y en formación, estaremos renunciando no solo a la innovación, sino también a una sociedad verdaderamente autónoma y justa.”

El mensaje es claro: sin una visión de largo plazo, basada en inversiones constantes e inclusivas, la tecnología corre el riesgo de convertirse en un lujo para unos pocos o, peor aún, en una dependencia de modelos externos que no responden a las necesidades locales. Argentina se encuentra ante una encrucijada: puede continuar siendo una nación que importa tecnología e intenta integrarla en sus sectores económicos, o puede apostar por la innovación local y posicionarse como un actor global. Para lograrlo, sin embargo, se necesita una política que crea en el valor estratégico del conocimiento, de la ciencia y de la inclusión digital. Solo así el país podrá transformar su potencial en verdadero liderazgo.

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