Tamy, el elefante asiático que vivió en soledad durante más de cuatro décadas en el exzoológico de Mendoza, murió a los 55 años sin haber logrado conocer la libertad que tanto se había buscado para él. La ONG Proyecto ELE, responsable de su posible traslado al Santuario de Elefantes de Brasil, confirmó la noticia y lamentó profundamente la pérdida: “Tamy dejó este mundo donde tanto sufrió”.
Llegó a Mendoza en 1984 tras ser abandonado por el Circo Hermanas Gasca, que no pudo cruzarlo a Chile por falta de permisos. Tenía apenas 14 años y ya venía de una vida de maltrato, entrenado para espectáculos. Fue “donado” al zoológico provincial, donde vivió en condiciones de encierro extremo y aislamiento total. Su única huida, el mismo día que llegó, fue rápidamente frustrada y marcó el inicio de una existencia sin selva, sin sabana y sin manada.
Durante más de una década, distintas organizaciones trabajaron en su rehabilitación para trasladarlo a un espacio natural en Brasil, donde conviviría con otros elefantes rescatados, incluyendo su hija Guillermina. Las obras de infraestructura y su entrenamiento ya estaban avanzados, pero su deteriorado estado de salud impidió que ese último viaje se concretara.

En los próximos días se le realizará una necropsia para conocer las causas de su muerte. Mientras tanto, desde Proyecto ELE insisten en que su historia debe ser un llamado urgente al fin de la cautividad animal: “Tamy fue una víctima del circo primero y del zoológico después. Su cuerpo es prueba de lo que significa una vida privada de libertad”.
Tamy se va sin haber conocido el santuario, pero su legado sigue vivo en la lucha por liberar a los elefantes que aún siguen encerrados en zoológicos argentinos. “No hay ni un solo motivo que justifique tanta crueldad”, señalaron desde la ONG.