n medio de un contexto internacional donde las voces disidentes muchas veces son silenciadas o ignoradas, llega a las librerías Vendrán a detenerme a medianoche, del escritor y cineasta uigur Tahir Hamut Izgil, una obra de no ficción que no solo sacude conciencias, sino que también se transforma en un documento imprescindible para comprender una de las crisis de derechos humanos más graves de nuestro tiempo.
Izgil, nacido en 1969 en la región china de Xinjiang, pone en palabras su experiencia personal dentro de un sistema de vigilancia y represión que, desde 2017, ha alcanzado niveles escalofriantes. Los uigures, una minoría étnica musulmana y de lengua túrquica que habita mayoritariamente en el noroeste del país, viven bajo el yugo de un aparato estatal que controla sus movimientos, restringe sus libertades y los somete a detenciones arbitrarias y reclusión en campos de "reeducación".
En este libro, el autor reconstruye con una crudeza serena su largo derrotero: desde su primer intento fallido de salir del país en 1996, que lo llevó a ser arrestado, torturado y encerrado durante tres años; hasta la decisión, décadas después, de escapar junto a su familia ante el avance implacable del aparato represivo chino. En Xinjiang, explica Izgil, bastaba con tener pasaporte o rezar en público para desaparecer.

Vendrán a detenerme a medianoche no es solo una crónica personal; es también una voz colectiva que representa a miles de personas cuyos relatos aún no han sido escuchados. En un escenario donde las denuncias sobre campos de internamiento, vigilancia digital masiva y desapariciones forzadas son cada vez más frecuentes, el libro de Izgil emerge como uno de los muy pocos testimonios directos disponibles en lengua occidental.
Publicado recientemente en español, Vendrán a detenerme a medianoche se vuelve lectura urgente para quienes buscan entender los alcances del autoritarismo moderno y los mecanismos, a veces tan sutiles como brutales, con los que se busca anular la identidad de un pueblo.

Una obra profunda, dolorosa y valiente, que interpela sin estridencias pero con una lucidez que desarma. Porque, como sugiere el título, la amenaza no es solo para el autor: es para cualquiera que se atreva a recordar, contar y resistir.