Esta semana se cristalizó cómo el triunfo de Javier Milei pateó el tablero político a niveles impensados. La grieta K-antiK quedó en el pasado y surgieron alianzas de lo más estrafalarias.
Desde mi perturbada y equívoca percepción, siento que el horror es una grieta en la realidad, una fisura por donde se filtran nuestros peores temores, lo inexplicable, lo incontrolable.