Unas diez familias que viven en un precario hotel en Recoleta que fue clausurado hace más de un año se atrincheraron en la vivienda tras la decisión de su dueño de desalojarlos por la fuerza con patovicas, situación que convocó la presencia de la Policía y de Bomberos de la Ciudad. Sin embargo, no hay orden de desalojo, sino que los efectivos policiales acudieron al lugar tras un llamado al 911 ya que uno de los habitantes del lugar tiró cosas por la ventana y amenazó con arrojarse a la vía pública.
En ese sentido, fuentes de la policía señalaron: "Personal de la Comisaría Vecinal 2 B de la Policía de la Ciudad y de Bomberos se desplazaron este mediodía hasta el hotel familiar ubicado en Recoleta, donde una persona amenazaba con arrojarse al vacío al tiempo que lanzaba elementos a los oficiales". Además, dijeron que unas 27 personas se encontraban en el interior del inmueble y se negaban a salir del lugar.
A pesar de que el dueño del hotel venía sacando a los habitantes, los últimos que quedaron ayer le pusieron un candado a la puerta. Uno de ellos, identificado como Alejandro, indicó: "El viernes vino un patovica y se metió a fumar en el hall. Nos dijo que nos teníamos que ir, entonces decidimos encadenarnos a nuestra casa".
Qué dijeron las familias
"Logramos que el tipo se vaya, lo sacamos, pero hoy temprano vinieron otros y dijeron que teníamos diez minutos para salir y llevarnos nuestras cosas o nos iban a sacar a la fuerza. Tengo una mini empresa de cerramiento en balcones, pago impuestos, alquilo, no quiero apropiarme de nada, necesito un lugar donde vivir", añadió Alejandro.
Por otro lado, otro de los vecinos que vive en el lugar hace dos años dijo que le pagaban el alquiler a una encargada y que los precios cambiaban según la habitación. "Yo pagaba 35.000 pesos por mi pieza compartiendo el baño y la cocina", expresó. Incluso, otro hombre que vive con su mujer y sus dos hijas de 1 y 5 años confesó que hace dos meses le cortaron los servicios y que utilizan el restaurante que está en el piso de abajo para abastecerse de agua.
"En este momento tengo miedo por mi familia porque no podemos quedar en la calle, a pesar de que nosotros siempre pagamos y estuvimos al día hasta marzo, que la encargada se fue y no quedó nadie para pagarle", contó.
