La variedad en la mesa dulce de Navidad es fundamental para que toda la familia, particularmente los más chicos, se sorprendan y alegren. Por eso, sorprendé a todos con esta receta de galletas de manteca exquisitas.
Pueden venir bien para el mismo 25 de diciembre, o para Nochebuena, después de la cena. Para acompañar con un café o con un espumante, mientras todavía están los festejos, estas galletas de manteca van a ser las protagonistas de la mesa.
Pero es importante que sigas bien los pasos y que tengas los ingredientes a mano, si buscás que te queden estupendas. Para arrancar la receta de estas galletas de Navidad tenés que conseguir:
- 150 gramos manteca
- 300 gramos azúcar impalpable
- 1 huevo
- 2 cucharaditas de vainilla
- 2 tazas de harina
- 225 gramos de queso crema
- colorante alimentario, elegí vos los colores
- coco rallado, virutas de chocolate, granas de colores, perlitas comestibles
¿Como se preparan?
- Batís la manteca hasta que quede con textura de crema y en ese momento le agregás 150 gramos de azúcar sin dejar de batir.
- Cuando el azúcar se haya disuelto, agregá el huevo y una cucharadita de vainilla y seguís batiendo.
- Agregale la harina poco a poco, hasta que la masa sea bastante sólida como para seguir batiendo.
- A partir de este momento, trabajás la masa con las manos y seguís agregando harina hasta que la masa ya no se pegue.
- Extendé la masa sobre una superficie enharinada y aplanala con un palo de amasar, hasta que tenga un grosor de medio centímetro aproximadamente.
- Cortá las galletas con moldes de las figuras navideñas que quieras y ponelas en una bandeja para horno.
- Horneá durante 10 minutos a una temperatura de 180º. Pasado este tiempo, sacalas y dejalas enfriar.
- Para hacer la crema glaseada, batís el queso crema junto con una cucharadita de vainilla, el resto del azúcar y el colorante.
- Cuando las galletas estén secas, decorá como más te guste con la crema glaseada y las virutas de chocolate o lo que hayas elegido. ¡que te salgan ricas!
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Mi respeto no es solo hacia ella, sino hacia quienes la siguen. Hacia sus militantes, sus organizaciones, sus simpatizantes, su fidelidad inclaudicable. Mi envidia, sana pero envidia al fin, va para quienes no sienten hoy esa orfandad política que muchos otros sí sufrimos.
