Esta semana, el mundo corporativo y el Gobierno se cruzarán bajo la sigla de IDEA, el Instituto para el Desarrollo Empresarial Argentino, en el clásico encuentro que desde hace 60 años se realiza bajo la denominación de “Coloquio”, en el hotel Sheraton de Mar del Plata.
Hace un año, el entonces candidato Javier Milei desairaba a los organizadores como nadie. Fue a la ciudad al mismo tiempo que se desarrollaba el evento pero eligió hacer una “contracumbre” en un almuerzo organizado por el banquero Juan Nápoli, entonces candidato a senador por la provincia de Buenos Aires.
Este año, en cambio, la presencia del jefe de Estado ya está confirmada. La Casa Rosada ya se está ocupando de las cuestiones de seguridad para el cierre del meeting que tiene más de 1000 inscriptos que pagaron desde 1,4 a 3 millones de pesos para estar presentes.

Como si no quisieran dejar librada la interpretación al azar, los organizadores le pusieron al Coloquio un título que deja en claro la adhesión al rumbo económico que lleva el Gobierno: “Si no es ahora, cuándo”.
Hablarán el ministro de Economía, Luis Caputo, sobre las medidas en curso, y también su par de Desregulación y Transformación, Federico Sturzenegger, expondrá sobre “la necesidad de liberarnos del Estado”. Cerrará al mediodía del viernes que viene el mismísimo Milei.
Como anfitriones estarán Gabriela Rinaudo, titular de Visa Argentina, que será la presidenta del Coloquio, y Santiago Mignone, representante de la empresa PwC, que lidera IDEA.
Las vueltas de la vida: IDEA, una organización que dejó para la historia una icónica imagen del presidente de facto Jorge Rafael Videa exponiendo en un Coloquio durante la última dictadura, ahora está presidida por Mignone, sobrino de Emilio Mignone, uno de los referentes de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos, cofundador del Centro de Estudios Legales y Sociales y autor de, entre otros libros, “Iglesia y Dictadura”.
Hay algo llamativo para los que han trajinado años y años de esta reunión de dueños de empresas, gerentes generales y lobbistas del poder. No hay ningún panel sobre una cuestión que en otros tiempos era central: la “agenda institucional”.

Ante un gobierno que ataca al que piensa distinto con insultos como nunca o que propuso para la Corte Suprema a un candidato como el polémico juez federal Ariel Lijo, no hay nada para decir al respecto. Lo dice la bajada del título: “Transformar. Invertir. Sostener”.
En el encuentro sobresaldrán las figuras de Luis Pérez Companc, el heredero de los negocios del grupo Molinos, en su reaparición fuerte tras la muerte de “Goyo” y la reorganización del gigante de los alimentos, el agro y los servicios petroleros. A su vez, estará Eduardo Bastita Harriet, de la compañía Tasa Logística e integrante del Consejo de Asesores del primer mandatario, y también se verá a Hernán Kazah, uno de los fundadores de Mercado Libre que hoy lidera un fondo de inversión para emprendedores.
El establishment se divide entre los que sienten que es “el” momento de que la Argentina “dé un giro que deje atrás el populismo para siempre”, una afirmación que en algunos casos es tan ideológica que hasta va contra los propios intereses inmediatos de las compañías, y los que creen que se trata sólo de un experimento pasajero que en algún momento encontrará un límite social o político, por lo que se trata de apoyar pero sin inmolarse del todo.
Las encuestas que reflejan una pérdida de imagen de Milei circulan en los despachos del poder, que también miran lo justito que está el Poder Ejecutivo cada vez que tiene que aguantar en el Congreso.
Elogian la rosca de los punteros libertarios que lograron 87 votos para blindar el veto presidencial a la reforma jubilatoria, pero también toman nota de que ahora fueron 85 para sostener el veto al aumento del presupuesto universitario.
Hay un mecanismo que todavía funciona, pero que se desgasta. El relato todavía rinde, pero menos. Se advirtió la pirueta en el discurso oficial para no quedar “anti universidad pública” al detectar que es un valor también para la propia base. Milei, que tildaba a los claustros de antro de adoctrinamiento, pasó a decir que se busca “auditar para mejorar la educación”.
Con el dólar en baja y un verano financiero con chances de durar, mientras la inflación cede y los indicadores de la actividad en algunos casos tocan piso y en otros desaceleran la caída, los cerebros de la Casa Rosada apuestan al armado nacional con Karina Milei cada vez más candidata, mientras la estrategia comunicacional es meterle grieta a todo.
Desde el nombre del Centro Cultural Kirchner que pasa a ser el Palacio Libertad Domingo Faustino Sarmiento hasta la denominación del feriado del 12 de octubre, que según la cuenta oficial no es más el Día de la Diversidad sino lisa y llanamente el Día de la Raza. No importa nada. Ni siquiera si se trata de plantear absurdos. Sólo garpa la discusión. La indignación progresista, que alimenta la batalla cultural buscada.
Una parte de los dueños del capital, en tanto, sostiene la media sonrisa porque siempre reclamaron orden fiscal, disciplina en las calles y libertad para fijar precios, pero también reniegan ante cierta agenda desreguladora que les pueda complicar la tranquilidad que les permitió sacar ventajas durante años.
La apertura de importaciones de medicamentos o vacunas para la aftosa ya había puesto en alerta a los pesos pesados de los laboratorios, como Hugo Sigman, Sebastián Bagó o la familia Roemmers. La baja de aranceles para múltiples productos, como los neumáticos, mete presión a popes como Javier Madanes Quintanilla, de Fate.

Techint, el gigante del acero de Paolo Rocca, está en alerta: Sturzenegger dijo esta semana que quiere liberar la exportación de chatarra, una decisión que podría encarecer los costos para la producción de la compañía que se beneficia por la oferta local obligada de las chapas residuales de lavarropas o cocinas.
Por fuera del radar de las grandes empresas, en tanto, también empiezan a forjarse grandes negocios de la mano del Estado con compañías y personajes menos conocidos. Esta semana llamó la atención la adjudicación por parte del PAMI de un contrato por 11.469 millones de pesos a la empresa ATX S.A. para proveer el servicio de mensajes SMS a los afiliados, en una compulsa en la que se impuso a Telefónica de Argentina, Movilgate, Sofre Digital y Sunset Systems SRL.