Dos hechos puntuales conocidos el miércoles sentaron nuevas pruebas de las inconsistencias que tiene el gobierno de Javier Milei entre ser y el deber ser. Desde aquel memorable, altisonante y hasta hoy vigente “la casta tiene miedo” hasta el más reciente decreto que impide a familiares el acceso a cargos y empleos públicos, el Presidente se ha querido diferenciar de las gestiones anteriores y demostrar austeridad. Sin embargo “la casta” está más viva que nunca y la austeridad bien gracias. Porque no solo se convence con lo discursivo. A las palabras hay que acompañarlas con hechos y por ahora todo lo fáctico va en contra de lo dicho.
En ese sentido son varios los casos de parientes de funcionarios del gobierno nacional que han conseguido empleo dentro del estado sin más que la portación de apellido. Factores comunes como parentesco, amistad o cercanía política han hecho posible algo que para el común de los ciudadanos se ha transformado en una odisea: conseguir trabajo. Solo mencionaremos un caso como muestrario de los ejemplos que no hay que seguir y que delatan que para contratar parientes y amigos, la libertad avanza.
Por caso mencionemos a Federico Sharif, quien lejos de poseer las dotes actorales de Omar, aquel actor egipcio de ascendencia libanesa que supo brillar en la pantalla grande con clásicos como “Lawrence de Arabia” o “Doctor Shivago”, el único mérito conocido es el de ser sobrino de Martín Menem. Para contratar a su sobrino, el Presidente de la cámara de diputados no tuvo más que mirar su espejo retrovisor y encontrar que de su mismo apellido estaba lleno el Estado, allá por los 90. Y bien dice el refrán que “lo que se hereda no se roba” pero los chorros son los otros. Podríamos continuar con los casos de acomodo pero es mejor apelar a la curiosidad del lector, quien además encontrará un entretenimiento para estos días plagados de malas noticias. Si logra tener obtener una sonrisa estaremos satisfechos. Si se enoja demasiado, pare ahí.

Ahora volvamos a infundirle a este texto o nota, como más les guste, algunas de las decepciones a las que son sujetos aquellos que confiaron en Javier Milei o a los que aún confían en su mandato. Habida cuenta del anuncio del paro de transportes del miércoles, que (entre paréntesis tuvo un alto acatamiento) el gobierno quiso poner en conocimiento a los usuarios de quienes eran los sindicalistas malvados que los iban a tener de rehenes durante todo el día. ¿Y cómo lo hizo? Con la tuya. Si, con tu aporte, con tus impuestos, con todos los tributos que vos pagas. Con tu guita el gobierno desplegó propaganda. Propaganda oficial, en tiempos de achique del Estado, en momentos en los que en el Senado se empieza a debatir la privatización de Aerolíneas Argentinas, después de haberle negado a los jubilados un aumento de 12 lucas y de negarle el aumento del presupuesto las universidades.
Entonces, si hay plata, que sea para nosotros, habrán pensado en las usinas del gobierno. Despleguemos el aparato del Estado para emitir nuestra propaganda. Y así fue que la aplicación Mi Argentina y los altavoces de las estaciones de trenes sirvieron para que el gobierno enfrentara a los sindicalistas con los pasajeros. Y en una apretada más contra el derecho a huelga de los trabajadores, enfrentó a estos últimos con el resto de la sociedad. Una fractura que el gobierno pretende que no se suelde. La lucha de los pobres contra los pobres. De los laburantes contra sus pares. Ya está probado que la receta funcionó, funciona.

Por último y no menos importante porque en tiempo de vacas flacas está demás despilfarrar es importante saber en qué se usa la plata de los contribuyentes. Podría ser en mejorar las condiciones de vida de los más vulnerables, léase compatriotas sumidos en la pobreza, en la indigencia o jubilados de la mínima. Estás serían causas nobles para tener en cuenta. Sin embargo desde el Ministerio de Capital Humano prefieren invertir en tomar rico café. Y si, ¿por qué no? ¿Quién dijo que con la nuestra no podemos colaborar para Costanza Cassino, Subsecretaria de Gestión Administrativa, Niñez, Adolescencia y Familia compre una cafetera para la oficina? No es cualquier cafetera. Costó 2 millones de pesos casi la misma suma que necesitan tres familias argentinas para no ser pobres.
Por supuesto que la empleada fue despedida pero la compra ya estaba hecha y la tuya gastada. Así opera el Gobierno libertario: por un lado, te dice que “no hay plata”, que “la casta tiene miedo” y que se acabaron los privilegio, pero cuando vos no te diste cuenta hacen los que quieren. Con la tuya, obvio.