Antonio Gasalla, quien falleció este martes a los 84 años, fue mucho más que el “capocómico argentino” que la gente suele definirlo. Ese título, si bien refleja una parte de su inmenso talento, no abarca la totalidad de un artista que rompió barreras y dejó huella en todas las disciplinas que tocó.
Gasalla fue un pionero de su tiempo, el Rey de la calle Corrientes y un referente absoluto del café concert argentino, así como un actor dramático extraordinario. Su legado no solo está en el humor que marcó a varias generaciones, sino también en sus interpretaciones profundas y su capacidad de crear personajes que, hoy, son parte fundamental de nuestro patrimonio cultural.
Desde sus inicios en los años '60, junto a su gran amigo Carlos Perciavalle, Gasalla fue uno de los artífices de la revolución del café concert, un género que rompió con lo que se acostumbraba en aquel momento a través de un humor irreverente. Su talento no solo se limitó a la comedia, sino que también se extendió al drama, la dirección, la producción y la docencia.

Más allá de eso, su mayor impronta quedó registrada en sus inolvidables personajes televisivos, muchos de los cuales siguen vigentes en el imaginario colectivo de los argentinos. Uno de ellos es La abuela (un desprendimiento de Mamá Cora, su emblemático papel en Esperando la carroza). También es muy recordada Flora (la empleada pública de la tele).
Estos personajes, entre otros, cobraron vida en el programa de Susana Giménez (2001-2019), y fueron parte fundamental del humor televisivo de esas décadas. También quedaron grabados en la memoria de todos La traductora del lenguaje de señas, Soledad Dolores Solari, Bárbara (Don't Worry), La Nena, Inesita (la millonaria) y La Gorda, la entrevistadora más querida de todos los tiempos. No podemos dejar de mencionar a Tom, el proctólogo morboso de León Gieco, en el videoclip de Los Orozco (1997).

Los personajes más conocidos de Gasalla en el cine
Aunque su carrera en el cine fue más breve, con apenas nueve películas, su huella en el séptimo arte es indeleble. Esperando la carroza (1985) será siempre su película más recordada, pero también se destacó en La Tregua (1974), interpretando a Alfredo Santini, un hombre torturado por su propia rutina, un personaje que, de alguna manera, reflejaba su propia lucha contra la mediocridad.
En Dos hermanos (2010), una de sus últimas obras en el cine, Gasalla brilló junto a Graciela Borges, mostrando una vez más su capacidad para generar personajes complejos y profundamente humanos.
