Un celoso demonio se metió adentro de una mujer, recientemente casada con otro joven. Buscando ser el único ahí, la malvada entidad diseñó un plan sangriento, pensado para proteger, por siempre, la pureza de su anfitriona. El demonio se ubicó en su vagina y sacó los dientes: cuando la joven pareja se acostara, iba a morder con toda su fuerza, haciendo del novio un eunuco.
La mujer, sin embargo, se dio cuenta de la presencia y los objetivos del demonio que tenía dentro. Sin perder tiempo, ideó una contramaniobra. Empezó a tallar madera para darle una forma angosta y cilíndrica, con una punta redondeada. La lijó y la cubrió de metal. Ya estaba lista.
Una noche, mientras se besaba con su pareja, quien conocía el plan, introdujo el objeto dentro de sí misma. El demonio, viendo que era su oportunidad, mordió con todas sus fuerzas el palo de metal. El plan funcionó, y el demonio se destrozó los dientes contra este falo metálico. Humillado y adolorido, se retiró del cuerpo de la mujer, y la pareja vivió feliz por el resto de sus días.
Esta extraña leyenda japonesa es el origen del Día Mundial del Pene, que se celebra este miércoles, mientras comienza Kanamara Matsuri, o el festival del Pene de Metal, que se celebra cada abril, el mes de la primavera en Japón.
Además de ser una fiesta tradicional de Kawasaki, donde la gente pasea masivamente con gigantescos penes de madera y metal pintado de distintos colores desde hace siglos, el Día Mundial del Pene se utiliza para concientizar sobre las enfermedades de transmisión sexual y como fiesta LGBT. Además, muchas trabajadoras sexuales japonesas se acercan al festival para rezar por su salud sexual, y los fondos recaudados durante la festividad se utilizan para financiar la investigación contra el sida.
