El crimen de la periodista Griselda Blanco, de Curuzú Cuatiá, provincia de Corrientes, entra en zona de definiciones. En las últimas horas, surgieron nuevas pistas que sacan la atención de la Justicia de los denunciados por la mujer y una posible venganza, y la lleva a un conflicto interpersonal que habría desencadenado en su asesinato.
Anoche se volvió a allanar la casa de Blanco y se secuestró un cuchillo Tramontina, que podría ser la herramienta utilizada para hacerle un corte en el cuello, así como otros tramos de la soga con la que se colgó. Esto, sumado a que fue ella quien abrió la puerta de la casa, indicaría que fue un asesinato improvisado, producto de una pelea con alguien conocido.
De hecho, en el allanamiento descubrieron algunos cabellos del asesino, ya que hubo un forcejeo previo. De esta manera, a la espera de los resultados que arroje el análisis de ADN del pelo, quedaría descartada la teoría de un homicidio planificado y se conocerá la identidad del agresor.
Así, las sospechas que caían sobre su ex pareja, el detenido Armando Jara, empiezan a diluirse. El hombre entró en la mira porque una cámara cercana a su casa, no a la de Griselda, lo mostró entrando 20 minutos después del homicidio. No solo no parece evidencia suficiente, sino que además los hijos de la periodista no creen que él haya sido el criminal.
El abogado de Jara, Francisco Adaime declaró a Télam que su cliente va a declarar esta tarde: "Me dijo que es inocente, por eso quiere declarar. Está esperando para presentar todas las pruebas que tiene a su favor".
La investigación está a cargo de la fiscal María José Carrero Sahagún y tiene la asistencia predominante de la División Homicidios de la Policía Federal. De acuerdo a todas estas pruebas, sumado a que creen que van a encontrar más, como huellas digitales, los investigadores creen que el crimen de la periodista de Corrientes será esclarecido en breve.
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