Yoko Ono este 18 de febrero cumple 91, pero su relevancia para la historia de la cultura va a llenar muchas más décadas: gestora cultural, poeta, música, artista plástica surrealista y, al contrario del imaginario social, responsable de sostener la cohesión artística de la primer banda de rock que marcó la historia del género.
Nacida en 1933 en Japón como parte de la aristocracia japonesa, Yoko irrumpió en la escena artística de Nueva York en los 60s y su arte conceptual, con temáticas que defendían el libre pensamiento, la paz -como concepto del movimiento hippie-, los derechos de las mujeres y LGBT+ y las luchas sociales. Dio su primer concierto de piano a los 4 años. Su búsqueda de abstracción, más que de obras con sentidos fácilmente interpretables, en instalaciones y performance, le dieron un lugar clave en el movimiento artístico dadaísta Fluxus.
Fluxus tomaba la idea de la palabra flux, traducida como "fluir, purgar o descargar" para hablar de lo que necesitaba la cultura del profesionalismo y la intelectualización del arte. A contrapelo, Fluxus proponía incorporar los objetos y escenas de la vida cotidiana para que todas las personas pudieran acceder a la estética y no sólo los críticos especializados.
Además, sacó infinidad de discos, algunos de los últimos: Yes, I'm a Witch (2007), Open Your Box (2007), Double Fantasy Stripped Down (2010). Yoko Ono quedó en el medio de la polémica por la separación de los Beatles, de la que fue injustamente responsabilizada. La banda se separó por el desgaste y por la pelea de egos entre Paul McCartney y Lennon, que se lanzaron en solitario y se dedicaron canciones culpándose mutuamente por la ruptura, pero la prensa y el mundo la recuerda a ella como la bruja mala.
Este 2024, el Muntref trae una instalación suya, aunque todavía no se sabe a partir de qué fecha estará disponible.
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