“Ojalá que se fundan”. Con palabras similares a esas, el ministro de Economía, Luis Caputo, le cobra en su intimidad a los productores agropecuarios que no les hayan liquidado las divisas durante esta cosecha.
Con el tipo de cambio y el precio de la soja en baja, haberse quedado con los granos en el silobolsa les está haciendo perder entre 30 y 50% a los chacareros que especularon con una mejora ya sea a través de una devaluación o baja de retenciones, medidas que el Gobierno descarta por completo en el corto plazo.
El ministro anda con sed de revancha también con los economistas que le hacen advertencias todo el tiempo por las inconsistencias del plan. El financista que supo sufrir su paso por la función pública hasta 2018, incluso con ataques de pánico en medio de corridas cambiarias y papelones en sus visitas al Congreso, se siente ahora respaldado como nunca por el paraguas del presidente Javier Milei, cuya “convicción” resalta todo el tiempo incluso en privado ante sus interlocutores.
Le quedó patente un recuerdo. En la reunión donde se decidió el veto total a la reforma jubilatoria, Caputo esbozaba hacer algunas estimaciones de cuál sería el costo fiscal de hacer alguna modificación al esquema previsional actual, aunque sin avalar todo el planteo que venía del Parlamento.
“No”, lo cortó Milei. Y se dispuso él lisa y llanamente a “inventar” el número del impacto fiscal en esa hoja manuscrita que luego trascendió por las redes sociales y donde se concluyó que las modificaciones implicaban un gasto de “US$370 mil millones a perpetuidad”, una extravagancia que nadie ha logrado comprobar. Pero a Caputo le quedó rebotando una frase del Presidente: “Si nos van a empezar a sacar leyes así, nos vamos a casa”.
Envalentonado, en este marco el ministro se siente cómodo hasta interviniendo en la red X. “Está en modo troll”, sintetizaron el viernes los que lo escucharon hablar en la Bolsa de Comercio de Rosario.

Arrancó su mensaje citando un tuit propio del 4 de septiembre, cuando había enumerado una lista de cosas que había asegurado que iban a pasar: recuperación de la economía, baja de impuestos, crecimiento del crédito, colapso de regulaciones, convergencia de los dólares paralelos con el oficial y una caída aún más profunda de la inflación, entre otras afirmaciones.
A medida que las iba recordando, ahora, quince días después, el funcionario que viajó con su equipo a la ciudad santafesina, sacaba pecho de que muchos de esos pronósticos se estaban cumpliendo. Al menos por ahora.
En la semana en la que el tipo de cambio paralelo quedó debajo de los $1200, el riesgo país perforó los 1400 puntos básicos y con los bancos expandiendo fuertemente la oferta de préstamos, el titular del Palacio de Hacienda que lleva 9 meses en el cargo entiende que está en “su” momento, porque además ya tiene el control total de la gestión.
Si ya había armado un tándem homogéneo al designar a su socio en la actividad privada, Santiago Bausili, otro compañero de las finanzas como presidente del Banco Central, esta semana además terminó de dar cohesión a todo su equipo económico.
Se concretó finalmente la llegada de otro financista, José Luis Daza, como viceministro, en lugar de Joaquín Cottani, el macroeconomista que había venido de los tiempos de Domingo Cavallo y se fue con críticas a la coherencia del programa en marcha.
Caputo y Daza se conocen desde que coincidieron en un curso de formación en el banco JP Morgan en los 90 en Wall Street y comparten un optimismo sin igual que los llevó a decir que “la Argentina será el país que tendrá más éxito en el planeta en los próximos 30 años”.
Además de Daza, Caputo ya pisa fuerte en las áreas productivas, desde Industria hasta Agricultura con otro íntimo de toda la vida como Juan Pazo, un hombre con experiencia en el mundo de los seguros y con quien compartieron gestión en la época de Cambiemos, a quien convocó para atender reclamos sectoriales.
Y a su vez, con la designación hace algunas semanas de Daniel González, ex gerente financiero de YPF, ya maneja la Secretaría de Energía que en los papeles conduce Eduardo Rodríguez Chirilo.
La impronta financiera de “Toto”, como lo nombran al ministro en el Gobierno porque es su apodo de toda la vida y para no confundirlo con Santiago, su sobrino todopoderoso del “triángulo de hierro” del Presidente, se resume así: la jugada ya está hecha, ahora hay que sentarse a esperar que lleguen los resultados.
Es decir, como un mesadinerista que gatilló una operación de compra e hizo una apuesta y espera que se concrete, en la mirada de Caputo y su equipo ahora sólo hay que esperar que lleguen las ganancias, y eso sería lo que está pasando al ver cómo se achica la brecha cambiaria y cede la inflación mayorista.
“El Gobierno ya mató la inflación, ahora hay que sentarse a esperar”, dice Ramiro Castiñeira, de la consultora Econométrica e integrante del Consejo Asesor del jefe de Estado, un ente con poca actividad porque sus integrantes viajan mucho.
Como ya se dejó de emitir, la inflación no tendría otro futuro que desaparecer. En la mirada oficial, no existe inercia, ni expectativas ni nada, por más que haya cuatro meses seguidos de inflación minorista del 4% o que, como posteó Alberto Cavallo, “han pasado casi cinco meses desde que dejó de disminuir de manera significativa, y los últimos dos meses han mostrado muy poca volatilidad”.

El equipo económico se abraza al 2,1% de inflación y a los pronósticos de que en septiembre, tras la baja del impuesto PAIS, el Índice de Precios al Consumidor empezará con 3 y luego seguirá bajando.
Al mismo tiempo, como ya salió el Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones, RIGI, en el Gobierno consideran que las inversiones llegarán indefectiblemente. Que Petronas desista de ir como socio de YPF en la Planta de GNL, es un detalle. “Hay más empresas interesadas”, dice Horacio Marín, el titular de la petrolera estatal que tuvo que salir a relativizar la primicia del viernes de Marcelo Bonelli en Clarín.
Caputo, por último, tiene cálculos conservadores hasta ahora de lo que espera para el cierre de la primera etapa del blanqueo. Entiende que se exteriorizarán poco más de US$ 20 mil millones de dólares, lo que impactará en una mejora marginal de las reservas en unos US$2000 millones.