A medio año de la muerte de la ensayista Beatriz Sarlo, una inesperada disputa por su patrimonio reavivó el debate sobre su legado. Melanio Alberto Meza López, encargado del edificio donde vivía la intelectual, se presentó ante la Justicia reclamando la propiedad del departamento en el que residía la autora de "Escenas de la vida posmoderna". Para respaldar su reclamo, entregó un testamento ológrafo (escrito de puño y letra) cuya autenticidad será evaluada mediante una pericia caligráfica.
La causa, que se tramita en el Juzgado Civil N.º 91 a cargo del juez Carlos Hugo Goggi, se basa en dos escritos fechados en 2024 y firmados presuntamente por Sarlo. En uno, la ensayista expresa su deseo de que Meza se quede con su gata Nini, que había pertenecido a su última pareja, el cineasta Rafael Filippelli.
En el segundo documento, fechado el 2 de agosto, Sarlo habría dejado por escrito su voluntad de que el encargado herede también el departamento. "Alberto Meza quedás a cargo de mi departamento después de mi muerte y también quedás a cargo de mi gata Nini, que te aprecia tanto como te aprecio y valoro yo", dice el manuscrito, firmado simplemente "Beatriz Sarlo".

Este giro inesperado complica el proyecto impulsado por el círculo íntimo de la autora, encabezado por su exmarido, el arquitecto Alberto Sato Kotani, y por la albacea de su obra, la académica Sylvia Saítta, junto a intelectuales como Adrián Gorelik, David Oubiña, Adriana Amante, Hugo Vezzetti, Ada Solari y Graciela Silvestri.
El grupo había propuesto formar un fideicomiso cultural con el dinero de la venta de los inmuebles de Sarlo para financiar una fundación dedicada a preservar y difundir su obra, aunque nunca se conocieron en detalle los términos de ese proyecto.
Sato, con quien Sarlo contrajo matrimonio en 1966 y de quien estaba separada de hecho desde hacía más de medio siglo, regresó desde Chile en diciembre de 2024 para gestionar la cremación de los restos de la escritora e iniciar el trámite sucesorio.
Sin embargo, la presentación de Meza López, bajo el patrocinio del abogado Carlos Félix Somaglia, impugna su derecho como heredero, argumentando que Sarlo se declaraba soltera, no tenía hijos y había convivido durante décadas con Filippelli.
Además, el encargado afirma que la propia autora le pidió que la internara en el Sanatorio Otamendi, donde falleció, y que asistió a su velorio en el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (Cedinci).
Según consta en el expediente, el juez Goggi accedió parcialmente al planteo de Meza López y dejó fuera a Sato del proceso hereditario, argumentando que la separación entre ambos era pública y prolongada. Esta resolución fue apelada por Sato ante la Sala E de la Cámara Civil. "No se sabe cuál es el estado actual. Se supone que pronto se resolverá", declaró el arquitecto en diálogo con el diario La Nación.
Pero la controversia no se agota en los tribunales. En las redes sociales también se encendió la alarma en torno a los bienes personales de la ensayista. La influencer británica Vanessa Bell, conocida por sus recorridos culturales, comentó en X (exTwitter) que parte de la colección de discos de Sarlo, heredada de Filippelli, estaba siendo vendida en una disquería porteña.
"Se está vendiendo mucho patrimonio cultural -libros, vinilos, CDs que por temas económicas la gente se va desprendiendo en vida o los parientes venden. Ayer fui a una disquería que tiene un lote grande de Beatriz Sarlo, ediciones de época de jazz y música clásica. Oro en polvo", escribió Bell, aludiendo a ediciones antiguas de jazz y música clásica.
La publicación fue luego borrada, luego de que se abriera en la red una discusión que dejó de manifiesto la sensibilidad en torno al destino del patrimonio cultural de la escritora y dejó flotando la sospecha de que algunos bienes ya estarían circulando sin resolución judicial.

En paralelo, el archivo personal de Sarlo (incluido su acervo bibliográfico, correspondencia, programas de teatro y documentos varios) fue entregado en vida a Sylvia Saítta. Sin embargo, la administración y destino final de ese material también ha sido motivo de debate.
Mientras tanto, Meza López sigue cumpliendo funciones como encargado en el edificio de la calle Hidalgo. En el octavo piso sólo existe el departamento A, no el B como aparece en algunos documentos. El futuro de la propiedad y del legado de Sarlo sigue dependiendo de lo que determine la pericia caligráfica y el fallo judicial definitivo. En caso de que se invalide el testamento y no se reconozca a Sato como heredero, el Estado de la Ciudad podría quedarse con los bienes, ante la ausencia de herederos directos.
Así, la figura de Beatriz Sarlo, quien dedicó su vida a analizar críticamente la cultura, la política y la literatura argentinas, vuelve a ser motivo de disputa. Esta vez, por su legado material, que hoy se dirime entre manuscritos, recuerdos y decisiones judiciales.