El precio internacional de la soja es uno de los factores más importantes de la política argentina. Sus vaivenes pueden definir el destino de un gobierno, levantar o tirar abajo cualquier plan económico y darle un respiro, o ahogar, la eterna necesidad de dólares de nuestro país.
Para analizar este fenómeno, la consultora EcoGo produjo un gráfico que muestra la variación del precio de la soja en los últimos 22 años. La imagen permite ver cómo este fue cambiando a través de los gobiernos, a quiénes bendicen y a quiénes maldicen los dioses sojeros. Entre los elegidos están Néstor y Cristina Kirchner, mientras Fernando de la Rúa y Mauricio Macri se encuentran entre los condenados. El destino del actual gobierno aún está por verse.
En mayo, la soja superó los 600 dólares por tonelada, dandole un alivio presupuestario y financiero importante al gobierno. En ese momento, parecía que el país iba a tener acceso a 10.000 millones de dólares más de lo que se esperaba cuando se realizó el presupuesto, y el estado iba a recaudar 200.000 millones de pesos más gracias a las retenciones a la exportación.
Sin embargo, el precio de la soja no ofrece ninguna seguridad, y varía constantemente. Ayer, por ejemplo, este cayó hasta los 488 dólares. Esto significaba que la valoración de la actual cosecha iba a caer 2.000 millones de dólares, según cuenta EcoGo. Hoy, en cambio, repuntó, y cerró arriba de 520 dólares. El precio de la soja aún no parece haberse estabilizado, y responde a diversos estímulos que van desde Estados Unidos a China. En el medio, Alberto Fernández y Martín Guzmán deben estar mirando los gráficos y cuadros con el corazón en la garganta y al borde del asiento, cual partido de la selección.
La formación de este precio, variable ineludible para entender la economía argentina, depende de diversos actores, además de ciertos factores ambientales que lo condicionan. Por un lado está lo obvio: la lluvia y la cosecha. Los principales productores mundiales de Soja son Argentina, Brasil y los Estados Unidos. Dependiendo del volumen de las precipitaciones, y otros elementos ambientales, como la temperatura, la cosecha final de soja será mayor o menor. A mayor cosecha, en términos generales, menores precios.
Sin embargo, el tema no se acaba ahí. Después de resolver el problema de la oferta, queda el de la demanda. Acá entran un montón de factores, como el crecimiento de China, el consumo de carne porcina o la demanda de biocombustibles.
La posibilidad de suba de tasas por parte de la FED en 2023 junto a la perspectiva de mayores lluvias en USA generó una toma de ganancias, llevando la soja a U$S 488. De esta manera, con los precios implícitos actuales, la valorización de la cosecha cae en casi U$S 2.000M.
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Y acá se complica aún más la cosa, porque entran a jugar los mercados financieros. Según le explicó Jairo Straccia a Diario Con Vos: "Desde la crisis del 2008, cuando bajaron mucho las tasas de interés, los fondos de inversión están buscando alternativas atadas a las materias primas. Los contratos futuros de la soja son uno de ellos, y eso explica en parte la volatilidad del precio de la oleaginosa".
Por lo tanto, una parte del precio de esta materia prima no depende de la relación entre oferta y demanda inmediata, sino que gira en torno a predicciones de la demanda, y el precio, futuros. Mientras los inversionistas crean que estos factores van a aumentar, compran más soja a futuro y el precio crece. Y, en sentido contrario, cuando creen que está demasiado alto y venden sus contratos a futuro, el precio baja.
Y ahí, entre lluvias y especulaciones, se define el destino del país.
