La baja de los precios internacionales de los principales commodities agrícolas que exporta Argentina no solo le está pasando una mala jugada al sector y a la economía del país este año, sino que promete hacer esto mismo durante 2025.
Según un informe elaborado por Fundación Mediterránea-Ieral, el ingreso de dólares proyectado producto de la exportación de granos y derivados caería 1,5% el año que viene respecto a las estimaciones que corren para el cierre de 2024 hasta alcanzar en los US$ 31.591 millones. Esto quiere decir que, de concretarse este guarismo, Argentina perdería unos US$ 467 millones en total.
No obstante, si el número anterior se ajusta por el menor gasto en las compras de soja a países vecinos, una práctica habitual de la industria aceitera argentina en los últimos años, la caída de divisas se revierte, quedando el flujo neto prácticamente neutro, al mismo nivel que el que se estima para este año (en torno a US$ 29,4 mil millones), aclaró el trabajo.
Lo cierto es que el principal fundamento que explica esta caída o estancamiento, según la lectura que se le quiera dar, es la baja de los precios internacionales de los granos y sus subproductos y, viéndolo desde una perspectiva actual, parece difícil una recomposición de los valores en el mediano plazo que le permitan al país contar con más dólares que los que se obtendrán este año, debido a que se espera una gran oferta a nivel mundial y una demanda moderada.
Asimismo, en Argentina no se prevé una supercosecha ni mucho menos. Si bien se contará, a priori, con un mayor área sembrada de soja y una producción que la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) estima en 52 o 53 millones de toneladas (esto sería 2 o 3 millones de toneladas más respecto a esta campaña que acaba de finalizar), el maíz sufrirá un retroceso estipulado de entre el 17% y 20% en la superficie a implantar, mientras que todavía es una incógnita cuánto se cosechará de trigo.
En este sentido, el clima se vuelve un actor clave en el volumen de las cosechas, ya que se espera el advenimiento del fenómeno climático de “La Niña” para finales de la primavera y el verano, que si bien se espera que sea “débil”, cualquier anomalía en las lluvias puede ser un condicionante. Además, hay que tener en cuenta que ni julio, agosto y lo que va de septiembre fueron generosos en aportes de humedad a los suelos.
Precios internacionales
Según el trabajo que lleva la firma de Tobías Lucero, “los precios internacionales de las principales commodities agrícolas argentinas ingresaron en un tobogán descendente a mediados del 2022, tendencia que se mantuvo hasta lo que va de este año”.
Como referencia, la soja se viene desvalorizando desde los US$ 613 la tonelada que se pagaron en el Mercado de Chicago - plaza bursátil de referencia mundial - en promedio durante el 2022 a los US$ 428 la tonelada que se llevan pagados en los primeros ocho meses de este año, lo que implica una caída del 30% en sólo dos años.
“La mayor preocupación es que no está aún claro si los precios alcanzaron su piso o sí, por el contrario, puede haber más malas noticias en lo que resta del 2024 y el año próximo”, marcó Lucero.
En este sentido, el especialista de Fundación Mediterránea-Ieral marcó que, por el momento y según las operaciones de futuros realizadas en la primera semana de septiembre en Chicago, “los precios se estarían ubicando en un promedio de US$ 371 la tonelada promedio en el último cuatrimestre del año, un 13% por debajo de los valores observados en los dos primeros cuatrimestres del 2024”.
En cuanto al 2025, las operaciones a futuro promedian un valor de USD 382 la tonelada, con “algunas señales de recuperación o de piso, pero por ahora débiles”, dijo Lucero, a lo que agregó que “para tener perspectiva, los valores que se están manejando en el mercado de la soja para el próximo año se ubican bastante por debajo del promedio de últimos 25 años (US$ 480 la tonelada, en poder de compra constante), y hay que volver hasta el 2006 para encontrar un mercado con precios tan deprimidos”.
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