El presidente del Consejo Agroindustrial Argentino (CAA) y de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA), José Martins, aseguró la necesidad de una baja en la presión impositiva, para que la producción de granos salga de su estancamiento y "despegue", al mismo tiempo que remarcó la importancia de que Argentina industrialice sus cosechas para generar puestos de empleo.
Por otro lado, se mostró "100% decepcionado con la política" por no haber prosperado durante el gobierno anterior el proyecto de ley del CAA para impulsar la producción agroindustrial y subrayó la necesidad de que el sector trabaje unido, ya que la representación del mismo "está fragmentada".
El jueves el Indec dio a conocer que más de la mitad de los argentinos son pobres, ¿Qué análisis hacen desde la agroindustria al respecto?
Es una barbaridad que un país como Argentina tenga tamaño resultado económico. Como sector agroindustrial, más allá de lo que viene aportando hoy por hoy, está en condiciones de aportar muchísimo más y la llave para mejorar todos estos índices y aportar más a la economía pasan por la industrialización.
Si nosotros no somos capaces de crecer en el procesamiento de nuestras cosechas, vamos a seguir exportando commodities. Aquí lo que necesitamos es generar empleo y la forma de atacar la pobreza es esa.

Es necesario que la política entienda que hay que tener planes de largo plazo, que estimulen la inversión, que no se estén cambiando las reglas de juego permanente, y así como se hizo con el RIGI, se haga un proyecto de ley como el que hemos presentado hace años que estimule inversiones en el sector agroindustrial. Este es un punto central. Argentina tiene que crear empleo, es la única manera de matar la pobreza, porque sino vamos a seguir dependiendo del subsidio estatal.
También hay que trabajar fuerte en el tema educación. Hay que trabajar muy fuerte con una generación y dotarla de herramientas mínimas para que pueda desempeñarse en el mercado laboral. Tiene mucho que ver con capacitarlos para que no tengan que venir del interior a la capital o las grandes urbes en búsqueda de algún plan salvador.
En el interior se necesita mano de obra. No aspiremos a que todo el mundo vaya a la universidad, eso es una utopía, nos estamos engañando. Necesitamos que nuestros chicos tengan capacidades para arreglar molinos, alambrados, electricidad, gas…
Entonces, hay que generar el ambiente para que haya inversión y un plan educativo que nos permita capacitar a los chicos y que no tengan que venir a las grandes ciudades.
Hace años el CAA presentó un proyecto para impulsar el sector, que tuvo su apoyo político pero después se cajoneó. Hoy está el proyecto del RIDA, pero hay que ver qué sucede ¿Lo decepcionó la política? ¿Cómo puede ser que el sector económico más importante de la Argentina no tenga la palanca política para hacer viables sus proyectos?
Estoy 100% decepcionado con la política, porque hemos transitado todos los pasillos y oficinas habidas y por haber del Poder Legislativo y Ejecutivo con el anterior gobierno y siempre se trabó en algún lugar. Esto obedeció primero a que el sector oficialista no quería trabajar con la oposición, el sector opositor no quería darle herramientas al oficialismo. Tenemos que romper la lógica de que si es mi gobierno lo favorezco y si no lo es no.

Ahí también hay un tema de autocrítica. Tenemos que trabajar más unidos y tratar de convencer a la política de que el camino es otro. Son muchos años en lo que hemos trabajado divididos y la política no termina de entender la capacidad del sector y el potencial y terminan pasando estas cosas.
El CAA se convirtió en una Asociación Civil ¿Qué cambia? ¿Qué fortaleza le da?
Siempre dijimos que el CAA había sido una construcción, que había surgido a través de la unidad de un grupo de entidades y nos habíamos puesto de acuerdo en la propuesta de políticas públicas. Con el paso del tiempo, se terminó consolidando la confianza interna como para plasmarlo en una organización con todas las de la Ley.
Esto nos da la visibilidad de que es una organización que va más allá del sueño de algunas personas, que le abre las puertas a todas aquellas instituciones que quieran trabajar por el bien de nuestro país y tiene que ver con una política de propuestas. Este espacio no está para hacer gremialismo, sino para construir con estudios, propuestas, análisis y siempre al servicio del bien común. Hoy se abre un espacio de vinculación más formal que antes.
¿Piensan atraer nuevamente a las entidades del campo que no están? ¿Es necesario que lo hagan?
No sé si deben sumarse o no. Siempre está abierto esto. En algún momento se especulaba o un pícaro quiso hacer parecer que el CAA venía a reemplazar a la Mesa de Enlace, cuestión que es mentira.
La construcción que debe armar la agroindustria es un profundo respeto de cada una de las entidades que hoy representan a diferentes actores y trabajar en un frente común. Si se quieren incorporar al CAA, serán bienvenidos, pero si no lo quieren hacer, tenemos que trabajar en conjunto.

La representación agroindustrial está fragmentada. A diferencia de otros sectores de la economía nacional, este sector tiene más de 150 entidades que son representativas de pequeños espacios. Así como está, es claro que hemos fracasado. En algún momento tenemos que unirnos en algún espacio común con cuatro o cinco ideas-fuerza para tratar de cambiar la historia.
En el lanzamiento de la campaña gruesa de la BCBA habló de una producción estancada y pidió que se cumpla la promesa de baja de impuestos ¿Alcanza solo con que bajen la carga fiscal para lograr tener una cosecha de 150 millones de toneladas?
Aquí se dan varias cosas. Por un lado hay que rescatar lo que viene haciendo el Ejecutivo con desregular, desburocratizar, la remoción de barreras a la exportación, la eliminación de los fideicomisos que agregaban costos.
Cuando hablamos en materia fiscal, los derechos de exportación son una pata y en este sentido lo que intente expresar es que desde la BCBA confiamos en la palabra empeñada y entendemos la situación de Argentina.
Pero no hay que detenerse solo en los derechos de exportación. Argentina tiene que trabajar en el paquete fiscal que implica también ingresos brutos. Es aberrante las cifras que se pagan de este impuesto en algunas provincias y surgió además un nuevo elemento que son las tasas municipales. Vemos con mucha preocupación cómo los municipios empiezan a agregar costos porque quieren cubrir sus déficits o recaudar: tasas en los combustibles, en los caminos rurales, inmobiliarios.
La brecha (cambiaria) tiende a reducirse, se bajó el Impuesto País, pero lo ideal sería un tipo de cambio único, que al mismo cambio que se exporta, se importe. Si podemos achicar el paquete tributario, ahí recién vamos a estar en condiciones de despegar fuerte y en este sentido, desde la BCBA nos pareció oportuno hacer un evento involucrando al Mercosur para ver qué está sucediendo en los países vecinos.
Uno mira Brasil, Paraguay y Uruguay y crecen en sus volúmenes de producción en un mundo que demanda más alimentos, mientras que Argentina está totalmente estancada: no crecimos y tenemos una capacidad enorme para hacerlo. Estamos desaprovechando una oportunidad.
Se viene la implementación de la normativa de la UE sobre productos libres de deforestación ¿Qué consideración hace de esta medida? ¿Qué tan preparado está el sector para afrontarla?
Ayer hubo un comunicado de la UE que a partir del 1° de enero de 2025 entra en vigor. Es una norma totalmente contraria a lo que nosotros pensamos, creemos y deberíamos hacer. Es una norma impuesta por países que son los que nos compran mercadería, pero que no se discutió como correspondía. Fue unilateral.
Pero ahí tenemos que hacer un mea culpa todos los países del Mercosur, porque no emprendimos las acciones necesarias para intentar neutralizarlo. Esta norma absurda que va a entrar en vigencia, tenemos que ver de qué forma nos adaptamos para ver cómo entran estos productos en la UE y no perder el acceso.
Pero hay que tener en cuenta otras consideraciones: o nos quedamos protestando o tenemos un plan B. Lamentablemente, he visto que en los últimos tiempos hay grandes discusiones respecto al Visec. Es un programa voluntario que quien quiere se anota o no, pero lo que tenemos que saber es que si esto entra en vigor el 1° de enero, quien no esté certificado, no va a poder vender a Europa.
Pero lo más grave de todo esto, es que probablemente otros países que no están solicitando eso, empiecen a hacerlo, porque cuando les quieran vender ellos sus productos terminados a la UE, se van a encontrar con esa restricción. O sea, estamos en el peor de los mundos. Tenemos que estar preparados.