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Columnistas

Los vaivenes del río y la casa que se inunda. Mujeres construyendo espacios habitables 

Por AAIHMEG |Marina Martínez (becaria doctoral de CONICET del Centro de Investigaciones de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales (FCJS) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) - AAIHMEG)

(Lo primero) es ver dónde se va ubicar la heladera y dónde se va a ubicar la cocina. Lo principal. La cocina tiene que estar primero y principal, para la leche de los chicos, para hacerle comida. La cocina es lo primero. Que generalmente el traslado te ocupa todo el día (…) Ese día la verdad que es un caos. Porque es levantarse temprano, eh, a ver qué van usar los chicos si hace frío, prepararle la ropa de abrigo, o dejarle la ropa de abrigo a mano, por si se mojan, si se embarran. Es largo ese día. Sí, es como que no va a terminar nunca porque primero está el traslado, qué llevamos primero y qué llevamos después. Descargar allá las cosas, acomodar las cosas, y los lugares que uno va a ocupar”, entrevista personal a mujer de 32 años de La Vuelta del Paraguayo.

Las casas constituyen nuestro lugar en el mundo, nuestro primer universo, un cosmos en sí mismo. El filósofo Gastón Bachelard afirma que las casas se viven en su realidad y en su virtualidad, con el pensamiento y los sueños. Pensar las casas desde las formas en que se habitan, nos permite entenderlas como agentes dotados de cualidades que, junto con las personas que en ellas residen, constituyen una composición inaudita perceptible tan solo cuando nos aproximamos a ellas.        

En la ciudad de Santa Fe hay casas localizadas en barrios ribereños, son casas que conviven con los ciclos del río. La Vuelta del Paraguayo es uno de esos barrios, emplazado en el valle aluvial del Paraná, más específicamente en la denominada Isla Sirgadero. Es un barrio con más de un siglo de existencia y es posible observar un acervo de saberes populares para convivir con el río en los distintos momentos de su ciclo, que se cimientan en el cúmulo de experiencias y estrategias que fueron construyendo y consolidando los/as sucesivos/as habitantes. 

En este barrio cada vez que sube el río, el agua se mete en las casas, en las habitaciones, en los recovecos, en los desniveles. Crece y se producen inundaciones. En cada una de estas, las familias reorganizan la vida en sus propios hogares: suben muebles, electrodomésticos y otras pertenencias a un segundo piso o los levantan para que no les llegue el agua, y en este momento “la cocina” ya no es “cocina” ni “el dormitorio” es sólo “dormitorio”. Los espacios se resignifican. Otras familias se evacuan, y arman hogares en refugios provisorios.

Las mujeres tienen un rol fundamental en la construcción de estrategias para poder habitar casas que conviven con el río. Justamente porque ellas son quienes pasan más tiempo en las viviendas debido a la distribución social y sexual de tareas. Por ello, la crecida del río, las inundaciones y las bajantes suponen para ellas una experiencia distinta, ya que son quienes socialmente están expuestas a las comodidades e incomodidades que supone la vida en una casa condicionada por el ciclo de este río. Asimismo, a ellas les corresponde la tarea de generar “habitabilidad”, en cuanto sinónimo de orden y confort. Son las principales responsables de producir y reproducir la habitabilidad del espacio doméstico, porque sobre ellas recae la mayor parte de las tareas orientadas a hacer que este sea un lugar en el que se pueda vivir. De allí que las mujeres de La Vuelta del Paraguayo tienen una recarga de tareas en hacer estos sitios habitables tanto con el río bajo como con el río alto. Es así que se encargan de producir las condiciones que garantizan la reproducción de la reproducción.

Esta tarea tiene gestos culturalmente significantes, como decorar o amoblar, ya que los actos de transformación estructural, como construir ampliaciones, son socialmente asumidos por los hombres. La acción doméstica, que consiste nada más y nada menos que en ordenar, limpiar, pulir u organizar —tareas que regularmente asumen las mujeres—, está constituida por las acciones que les dan el sentido al habitar y es una forma, también, de dominar la memoria.

En el caso de La Vuelta del Paraguayo observamos, la construcción del espacio “habitable”, es decir, de la “habitabilidad”, que tiene diferentes estrategias en función de la altura del río que supone un ciclo de tres momentos: el primero de ellos es cuando este está bajo, el segundo de ellos es el momento de la inundación y el tercero es cuando vuelve a su cauce.

Respecto de las estrategias para generar habitabilidad, podemos encontrar diferencias en función de estos tres momentos. En cada momento, la domesticación del espacio tiene una tarea predominante que lo caracteriza. Cuando no hay inundaciones, la principal acción que se identifica es la de “llenar” las casas (los muebles, los electrodomésticos) y acondicionarla proyectando que suba al agua. Cuando hay inundaciones, y tienen que abandonar sus casas o reconfigurar la vida en su interior, la tarea de generar habitabilidad está principalmente asociada con el “ordenar” las pertenencias en otras habitaciones, armar nuevos espacios para vivir o reorganizar la cotidianeidad en un refugio provisorio. Ahora bien, cuando baja el río, en el momento de volver a las casas, el proceso de reconstruir un espacio habitable está vinculado con “limpiar”.

Los vaivenes del río inciden en cómo resolver el orden y el confort de sus casas. Hay vinculación con el mobiliario, los objetos y la decoración, que se la piensa estacionalmente. Se construye un orden en las casas para vivir y asegurar la reproducción que luego se reconfigura y reconstruye cuando el agua está alta, en el segundo piso, en algún refugio y luego nuevamente en la casa propia. Las estrategias para generar habitabilidad en sus casas tienen el mismo vaivén que la altura del río; no solo cambia la forma de habitar la propia casa, sino que en ocasiones cambia de lugar, se reconstruye y reconfigura en los refugios que también tienen un poco de casas.

Todos estos procesos constituyen prácticas culturales arraigadas en saberes populares que denotan la larga historia de relación de esta población con el río. Las mujeres ribereñas tienen una forma de estar en el mundo que conjuga múltiples conocimientos de habitar un barrio con las características de La Vuelta del Paraguayo.

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