De tanto doblarse, esta semana finalmente el bloque de diputados de la UCR se rompió. Con la ruptura, se viene una nueva configuración en la Cámara de Diputados. La duda es si el quiebre, alimentado por el gobierno de Javier Milei, lo beneficiará. O si, por el contrario, le complicará aún más el terreno legislativo donde, a duras penas, La Libertad Avanza llega al tercio que se necesita para blindar cualquier veto presidencial o frenar un juicio político contra el Presidente.
De un lado, quedaron los radicales con peluca junto con los “dialoguistas” presididos por Rodrigo de Loredo; del otro, los rebeldes que responden a Martín Lousteau y a Facundo Manes, conducidos por Pablo Juliano. El detonante o la excusa de los 12 radicales para dar el paso al costado, y conformar Democracia Para Siempre, fue la visita de algunos de sus correligionarios a Casa Rosada.
La ruptura radical no es la excepción. Sino más bien, otra muestra de la atomización que trajo aparejado el triunfo de Javier Milei. Atomización que se viene produciendo, incluso, puertas adentro de los partidos políticos. No solo la UCR, sino el PJ y el PRO pueden dar muestra de ello también. Hay quienes creen que los partidos políticos “ya fueron” y que hay que reagruparse en torno a programas.

Tal es así que los díscolos de la UCR que dieron el portazo ni siquiera dieron la pelea por el sello. Se bautizaron con un nombre tan poco marketinero, que incluso los mismos diputados reconocieron que lo eligieron a las apuradas, para cumplir con las formalidades de la Cámara. Ya habrá tiempo para eso.
Ya no estaban bien los 33
La pregunta es hasta qué punto la ruptura radical –alimentada por los libertarios— beneficia al Gobierno de Javier Milei.
Es cierto: la grieta radical fue decisiva para que Milei alcanzara el tercio luego de que la oposición lo pusiera a prueba con la fórmula previsional y el financiamiento universitario. De hecho, allí nacieron los cinco radicales con peluca, que significaron el principio del fin de la bancada integrada por 33 diputados.
Pero dentro de los 21 diputados que quedaron bajo la conducción de De Loredo, más de uno se encargó de aclararle a Diario con Vos que, haber quedado del mismo lado que los Pelucas no implica una “peluquización” del bloque.
¿Qué quiere decir esto? Que los 21 no están a merced de La Libertad Avanza. El bloque UCR no devino en un aliado “incondicional”. Sino que el Gobierno deberá seguir negociando con esa bancada para avanzar con sus proyectos en el Congreso. Aunque, esos 21 ya no se verán tironeados por los anti-Milei a la hora de votar.
El dato es que la ruptura fogoneada por los libertarios les garantizó 12 votos en contra de sí mismos. Si el bloque UCR variopinto seguía en pie, los díscolos podrían haberse visto obligados a alinearse con la mayoría de sus correligionarios en futuras votaciones.
Ahora que armaron rancho aparte, tendrán su propio juego y buscarán hacerse notar en el recinto. Impulsarán su agenda e intentarán marcarle la cancha al Ejecutivo, tal cual hicieron con universidades y jubilados.
Al mismo tiempo, se da (casi) por descontado que los 12 radicales comenzarán a trabajar en tándem con la Coalición Cívica (que cuenta con seis diputados) y Encuentro Federal (el bloque de Pichetto, que reúne 16 bancas).
La CC y EF son dos espacios que cada vez se alejan más de la zona “dialoguista”. Por caso, ya están trabajando en un dictamen propio del Presupuesto 2025 y son quienes empujaron la reforma de la ley que regula los DNU, para restringir la herramienta que Milei viene usando a mansalva para sortear la minoría parlamentaria en la que gobierna. La prueba de fuego para ver de qué lado se paran los 21 radicales será la reforma de la ley que regula los DNU. ¿Acompañarán los cambios a la ley de Cristina Kirchner que tanto cuestionaron en el pasado o le allanarán el terreno a Milei, para que siga legislando por decreto, en nombre de la gobernabilidad?