Sin necesidad aparente, ya que el mercado argentino de carne porcina está más que abastecido con la producción local, y sin una baja de precios al consumidor que la justifique, la importación de carne de cerdo no para de crecer en nuestro país.
Un informe de JLU Consultores, firma especializada en el sector, da cuenta de este derrotero. Según el trabajo, en los primeros cinco meses del año, la importación de carne de cerdo alcanzó las 24.303 toneladas, mientras que el acumulado del mismo período del año pasado fue de 3.939 toneladas y de todo 2024 fue de 19.351 toneladas. O sea, en tan solo cinco meses se importó más que en todo un año.
En contraposición, si bien los números de la exportación son levemente mejores que los del año pasado, estamos hablando de volúmenes bajísimos: apenas 4.433 toneladas. Desde el sector, la explicación es simple: el actual tipo de cambio no es negocio.

"Se pierde bastante dinero al exportar", sostienen, por lo que "la disminución de lo exportado es totalmente lógica. Los costos aumentan y también el mercado internacional está teniendo mucha oferta".
La importación de carne de cerdo y la baja de precios
La pregunta del millón es si este espectacular crecimiento en los volúmenes importados de carne de cerdo repercutió en una baja de los precios al consumidor, un argumento que el Gobierno utiliza a menudo como justificación para la apertura de las compras en el exterior.
Si vamos a los números duros, esto no estaría sucediendo: mientras que la inflación acumulada en los primeros cinco meses fue del 13,3%, el aumento en góndola de la carne de cerdo fue del 25,2%.

Asimismo, los precios de importación subieron un 19,8% en lo que va del año. De hecho, el valor promedio de las compras en el exterior es de US$ 2.900 la tonelada, mientras que el de exportación es de US$ 1.050. El desbalance es muy notorio.
Ahora bien, los costos de producción crecieron en este lapso un 12,7%, al mismo tiempo que el precio pagado al productor solo mejoró un 4,1% y el valor de la media res se encareció 3,7%. Dicho de otra manera, decididamente, no fue la producción la que presionó el alza en los precios, mientras que el encarecimiento de las importaciones definitivamente no pujo por una baja de los mismos.
Entonces, vale hacerse la pregunta: ¿Quién se quedó con ese margen entre precio al productor y al consumidor? "No es difícil analizar que el último eslabón, el de la comercialización, ha tomado la diferencia. Vemos que algunos pueden justificar que, al aumento de la carne vacuna y la disminución del consumo de ésta, “obligó” a agregarle mayor margen a la carne de cerdo. Traslado de utilidades totalmente injusto", asegura el informe.