El andar de Javier Milei en su primer año en la Casa Rosada tiene algunos momentos desconocidos que reflejan la mezcla de fascinación y desconcierto que produce ante inversores internacionales, a los que el Gobierno intenta seducir como parte crucial del éxito de su gestión económica en caso de que se afirmara la baja de la inflación.
La síntesis de ese fenómeno la vivieron hace algunas semanas los miembros de la comitiva de una multinacional fue a verlo a la Casa Rosada. Tras sorprenderse por un exhaustivo operativo de seguridad como no han vivido en otras visitas oficiales, todos notaron un detalle menor: al jefe de Estado le sobresalía maquillaje bajo los ojos como si, explican los que entienden del tema, le hubieran puesto tapa ojeras pero sin desparramar como haría un maquillador profesional.
Más allá de la cuestión del maquillaje, un tema cada vez más presente en los preparativos de Milei cuando va a aparecer en público, el encuentro transcurrió en forma cordial. El Presidente, de hecho, estaba enganchado con la charla. El relato hacía hincapié en su batalla contra el socialismo y en las bondades del capitalismo, un eje que ya ha recorrido en foros internacionales como el de Davos, por lo que tampoco era tan novedoso para sus interlocutores.
Sin embargo, el traductor, que iba pasando al inglés lo que Milei explicaba obviamente en español, en un momento debió hacer paréntesis. Fue cuando apareció el nombre de Lali Espósito en la explicación.
Ante los representantes de una corporación con intereses concretos en la economía real que habían pedido audiencia de manera formal para acceder a estar mano a mano con él y que evalúa si ampliar sus inversiones en el país, el Presidente relató desde su visión qué lo había enfrentado con una cantante y por qué la había elegido para dar “la batalla cultural” y le había puesto en apodo “Depósito”.
Los visitantes miraban interesados pero también azorados. El intérprete hacía su mejor esfuerzo: les dijo que ella era una estrella de la música argentina y que su apellido sonaba parecido al término que se usa para hacer un pago o una transferencia bancaria, etc.
Los ejecutivos asintieron, y la conversación continuó. Milei, verborrágico. Al rato, hubo otro momento que requirió una explicación más detallada. Fue cuando Milei también les contó por qué había decidido ir a votar a la elección del club del que es hincha, Boca Juniors, allá por diciembre de 2023.
Al término de la hora y media de conversación, los ejecutivos que habían venido del exterior y que tal vez no habían entendido mucho algunas obsesiones que les había transmitido el jefe de Estado no dudaron en darle rienda suelta a su cholulismo. Desde selfies hasta videos dedicados a familiares que estaban en sus países de origen, quedó de manifiesto la atracción por el extraño outsider de la ultraderecha del fin del mundo que cita todo el tiempo Elon Musk o que The Economist entrevista y manda a tapa con la frase: “Mi desprecio por el Estado es infinito”.
Que les hable de su mambo con Lali Espósito y les cuente su expresión “Lali Depósito” como una genialidad de la batalla cultural, ¿puede espantar a tipos más o menos tradicionales del mundo de los negocios? ¿O da igual?
Que genere la atracción de “estrella mundial del liberalismo”, que se saque selfies o incluso firme libros a personalidades de las empresas que hasta hace un año no sabían de su existencia, ¿puede gatillar desembolsos que de otra manera no llegarían a la Argentina?
Los que se van se siguen yendo
La verdad, nada es así de lineal. Las decisiones de inversión responden mucho más a ecuaciones económico-financieras e incluso a votaciones de directorios que contraponen los recursos y ventajas de hundir capital en un país con el contexto internacional y las posibilidades que ofrecen otros rincones de la Tierra, todo además con el espejo retrovisor de las crisis pasadas que juega todo el tiempo.
De hecho, no sólo -como se publicó el domingo pasado en este panorama- el arranque de la gestión Milei tiene el menor nivel de inversión bruta mensual de las últimas administraciones desde 2003, sino que además, todavía se mantiene la inercia de la salida de empresas de la Argentina, sin que la locura por “el Javo” haya logrado revertir decisiones tomadas en el último lustro, un fenómeno que además consolida el avance de los mismos de siempre de capitalismo argentino, con sus peores prácticas también.
Es interesante ver la pelea por la planta de camionetas Sprinter de Mercedes Benz en Virrey del Pino, una decisión de la corporación alemana en el marco de la transformación mundial del mercado automotor que está generando la invasión de vehículos chinos que se prevé para el próximo lustro.
Pujan por un lado la familia de Nicolás Caputo, el histórico “hermano de la vida” de Mauricio Macri y su autopartista Mirgor que se extendió a la electrónica en Tierra del Fuego. Por el otro, el Grupo ST, de Pablo Peralta y Roberto Domínguez, ex socios de Marcelo Mindlin y hoy con intereses en banca, seguros y energía, que aspiraría a pisar en el mundo de los autos, que conoce muy bien su CEO, Isela Costantini, de carrera en General Motors.
En el mercado entienden que la salida de Mercedes Benz de ese negocio y el traspaso a manos argentinas se dará en enero. La pelea ha generado el interés sorpresivo por el periodismo de investigación hasta de youtubers del mundo libertario, como es el caso de El Presto.
El histórico referente digital llamado Eduardo Prestofelippo, que supo estar cerca y luego alejarse de Milei, le dedicó en las últimas semanas un envío a las supuestas sospechas de corrupción sobre el holding Peralta, “el interesado en Mercedes Benz”. ¿De dónde le surgió el interés?
El mundo juega en contra en el comienzo del arranque del segundo año de Milei. Basta ver el impacto local de sacudones internacionales. Junto a la salida de Mercedes Benz del país, hay un tic tac sobre el futuro de las operaciones de Volkswagen. La otra emblemática firma automotriz alemana atraviesa un período de crisis en su lugar de origen, con huelgas, ajuste y cierre de plantas como nunca.
La recesión en Alemania y -otra vez- el impacto de la competencia china son el disparador de las noticias que pueden llegar hasta la planta de General Pacheco, que además tiene sus propios conflictos.
Por ejemplo, la camioneta Taos dejará de fabricarse acá en 2025 y empezará a ser importada desde México por cuestiones de competitividad que si ya venían de arrastre se potencian con el dólar bajo. Volkswagen, en este clima, debe decidir si trae a producir en su lugar una camioneta de diseño chino que se venderá con el logo de la W. Rarezas del mundo previo a las guerras comerciales.
Otro efecto local de hechos que ocurren en otras partes del mundo son los 600 despidos anunciados en las últimas horas en la filial local del gigante agrícola Cargill. Hace diez días se había tomado la decisión desde la casa matriz de recortar el 5% de los empleos en todo el mundo y era cuestión de tiempo enterarse de las novedades.
Las familias
Las definiciones de empresas internacionales que sacan del mapa a la Argentina no son nuevas. En los últimos 10 años ha sido una constante. Inflación, falta de divisas para girar dividendos, problemas para importar, son un combo que siempre pusieron las filiales en estos pagos al tope de la lista de los destinos a revisar.
Y en 2024 se concretaron salidas que ya se habían decidido y que en todo caso la fascinación por Milei no revirtió. La contracara, al mismo tiempo, es el ascenso de los empresarios argentinos, los apellidos conocidos del capitalismo que supimos concebir.
En consumo masivo, la salida del coloso Procter & Gamble derivó en el ingreso a los supermercados de Rubén Cherñajovsky, con NewSan, el poderoso de la electrónica y los langostinos.
Si de apellidos tradicionales se trata, las familias de la banca vivieron este año otro capítulo de expansión. Jorge Brito, al frente del Macro, se quedó con el negocio del Itaú, que se fue del país. Los Ayerza junto a los Escasany, accionistas inoxidables del Galicia ya le pusieron los carteles a lo que eran las sucursales de HSBC, otra entidad financiera internacional que también dejó la región.
Y en los próximos meses el mercado financiero mira de cerca qué puede pasar con el BBVA, dado el creciente interés nada menos que del Grupo Petersen, de la familia Eskenazi, que ya controla los bancos de Entre Ríos, Santa Fe y cómo olvidarlo, Santa Cruz, donde estrecharon aquella amistad con los Kirchner que los llevó a entrar en YPF. Mejor ni recordarlo.
Además, hace unos meses finalmente la desinversión de ExxonMobil implicó el crecimiento en los yacimientos de Vaca Muerta de Edith Rodríguez, la dueña de Pluspetrol, una de las principales compañías privadas de energía.
Es como si por más impacto global que genere Milei, el crecimiento de la inversión estuviera atado a los que han acumulado capital a lo largo de las últimas décadas bien al modo argentino, gracias a la mezcla de cercanía con el poder con talento como receta para la expansión o la supervivencia.
Por eso también tiene límites la apertura comercial indiscriminada con la que coquetean algunos funcionarios del equipo económico. “Somos el grupo que más va a invertir en el país, unos US$1400 millones sólo este 2025”, le espetó Paolo Rocca, capo de la Organización Techint, al secretario de Coordinación Productiva, Pablo Lavigne, al cierre del evento Propymes. Fue el jueves, en un intercambio en el que se sacaron chispas sobre importación e industria nacional.
Tan cerca, tan lejos
De ahí que muchos hayan buscado otra vuelta de esa estrategia de ser oficialistas del momento de turno cuando financiaron a la Fundación Faro, del ultraderechista Agustín Laje, como para congraciarse con la Casa Rosada.
La duda de si eso sirve para algo se planteó esta semana cuando, a pesar de haber gastado al menos US$ 25 mil en una mesa de la noche de recaudación de fondos, Claudio Beloccopit, dueño de Swiss Medical, igual fue imputado por cartelización en el aumento de las cuotas de las empresas de medicina privada.
Los que sí están cerca de concretar un desembolso modesto en el país son los de ARC Energy, la firma de Louisiana que ofertó US$ 27 millones por IMPSA, la histórica metalúrgica de los Pescarmona estatizada en parte en el gobierno pasado y ahora camino a ser la primera privatización de esta administración.
La compañía estadounidense ofrece hacerse cargo de la reestructuración de la deuda de la empresa, y ya está trabajando en el tema junto al estudio DLA Piper y al fondo de inversión Adcap, de Javier Timerman.
A propósito, Timerman, hombre de histórico diálogo con el peronismo, hermano del fallecido canciller Héctor y de trato también con Cristina Kirchner, se deshizo en elogios en los últimos días al plan económico al punto que dijo será estudiado en todo el mundo, un posteo que le valió la amplificación de las redes sociales del Presidente.
Milei, a todo esto, también llamó la atención esta semana por su “descubrimiento” de la energía nuclear como posible factor de desarrollo de la Argentina, según él ahora por su eventual conexión con el auge de la inteligencia artificial. Toda una redefinición de su mirada del rol del Estado como promotor de rubros estratégicos tal vez atribuible a sus charlas con Demian Reidel, un físico formado en el Instituto Balseiro con conocimientos de finanzas y tecnología.
Pero también hay quienes son menos afectos a las casualidades y sacan otras conclusiones cuando escuchan a Milei hablar de este tema: Corporación América, la compañía de Eduardo Eurnekian donde el Presidente trabajó 15 años, acaba de ingresar al proyecto Ivana en Río Negro para producir uranio, mineral clave que se usa como combustible en las centrales nucleares.
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